Visitar la ciudad de Segovia es uno de esos placeres para la vista que toda persona debería realizar de vez en cuando. Sin prisa. Dejándose extasiar por su imponente acueducto, sus calles que contemplan el peso de la historia hasta llegar a su Plaza Mayor y su catedral, la Plaza de Juan Bravo o su impresionante Alcázar, entre otros muchos rincones donde perderse en esta preciosa villa castellano leonesa. Uno de ellos, debería ser siempre el almuerzo donde destacan los asados y platos contundentes. Y entre ellos, los míticos judiones de la granja, el cochinillo y el lechazo. Para probar estas exquisiteces que nos ofrece la comarca hay unos cuantos sitios que recomendaríamos pero en el que elijamos deberemos comprobar que el cordero o el cochinillo posean la denominación de origen y esté asado en horno de leña.
Asador Maribel cumple las dos recomendaciones, y además habíamos comido con anterioridad, hace años, y el resultado había cumplido nuestras expectativas. Era el día de repetir visita, así que reservamos, cosa fundamental, pues a pesar de ser un martes de un desapacible noviembre el local estaba prácticamente lleno de gente local y algún turista, en su mayoría nacional. Ubicación excelente, cerca del acueducto, desde fuera no parece más que cualquier otro restaurante, pero ya en su barra descubrimos su imponente horno de leña, comandado por su maestro asador, que de forma tradicional con la leña de encina, un gran producto, agua y sal elabora los manjares que luego vamos a poder degustar.
Tras sentarnos y con una frasca de vino tinto de la tierra, nos sirvieron de aperitivo unos ricos torreznos, con bastante carne y una crujiente corteza. No nos resistimos y como entrante pedimos un plato de judiones de la granja, de sabor excepcional, textura perfecta en la legumbre y una salsa espesa donde era imposible resistirse a mojar el pan de hogaza que ofrecen. Un plato perfecto que se puede pedir para compartir o en raciones individuales de degustación.
Acabado el primer plato y respetando los tiempos de manera conveniente aparecía una simple ensalada, con lechuga iceberg y tomate, perfecta para desengrasar el posterior asado aunque los que somos “de buen yantar” tampoco hacemos ascos a unas buenas patatas panaderas, bajando la grasa con el vino. Aun así, hay que comentar que la lechuga es de las mejores que hemos probado en tiempo, fresca en grado sumo y con un tomate con mucho sabor, lejos de esas “de bolsa” o “cámara” que tan habituales son en bares y restaurantes.
Pero el plato fuerte llegaba en forma de lechazo, medio cordero lechal para comer entre cuatro personas. El animal llevaba en sus patas la etiqueta que indicaba su procedencia, por ello, por esa selección familiar se llama Especial Sacramenia. De sabor y asado perfecto, unas piezas donde pudimos degustar las codiciadas “piernas” y paletillas, junto con los ricos rabo y costillar. En algunas partes tenía algo más de grasa de la deseada pero ante eso no se puede hacer nada. Se notaba el matiz que le ofrece la encina y la experiencia de muchos años repitiendo la misma cocción, el mismo asado. En esta ocasión, no probamos el cochinillo pero de otras visitas también es más que recomendable. Además lo despiezan ante nuestros ojos para, con posterioridad servirlo. Como lo normal es que sobre, nos ruegan que cuando queramos más carne llamemos a su eficiente servicio de camareros para volver a repetir la operación.
En el capítulo de los postres, también destaca Asador Maribel, clásicos con una presentación más actual pero ricos y con una cantidad generosa. El más demandado es el ponche segoviano, un bizcocho con crema pastelera y “marcado al rojo” por la parte de arriba para que el azúcar tome ese matiz tan intenso.
Nos gustó otro postre de toda la vida como la crema frita, acompañado de una salsa de frutos rojos y caramelo pero donde el elemento principal seguía siendo la leche frita. Y entre esa dicotomía entre antiguo y contemporáneo dejamos el brownie de chocolate caliente con sorbete de mandarina.
Un final a la altura de una “pitanza de órdago”. Uno de esos lugares que elevan a la cocina tradicional a cotas elevadas. A todo aquel que le guste comer, el producto de cercanía y de calidad no debería marchar de Segovia sin visitar locales como Asador Maribel, uno de esos sitios donde uno sale más feliz que entra. El secreto, como dice el dicho escrito en la pared al lado del horno: “Despacito, paciencia, cariño. Que hacer las cosas bien, importa más que hacerlas”.
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