El viento, el mar, incluso la luna
que te cuentan, no son los verdaderos.
Lo Sagrado no se conquista, carece de puertas;
de repente, eres tú el invadido.
Tampoco necesita del opio como túnel;
ese canal, como todo lo artificial, está viciado.
Desecha, simplifica, el camino más corto
es tu corazón.
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