Llegaba Stephen Dale Petit a El Puerto de Santa María. El verano oficialmente huido aunque la temperatura dijese lo contrario. La Sala Milwaukee se preparaba para un sábado a la noche, un sábado de blues rock de la mano del guitarrista norteamericano pero londinense de adopción. En formato trío se presentaba ante una buena entrada que presentaba la sala. Avalado por un curriculum envidiable en el que cuenta haber compartido escena con grandes nombres. El guitarrista se presentaba en formato trío, dispuesto a dejar buenas sensaciones en la noche gaditana. Casi sin presentación nos encontrábamos inmersos en su blues rock donde la guitarra es la gran protagonista sobre el escenario. Stephen Dale Petit comenzó metiéndose al público en el bolsillo a base de buenas canciones y aunque no prolongada, si efectiva interacción con los asistentes. Bien respaldado por Sofie Lord al bajo y Casper Miles a la batería como estupendos escuderos dotando de músculo a las canciones. Ambos no dudaban en tomar protagonismo cuando el maestro de ceremonias les daba lugar sin perder de perspectiva en ningún momento quien era el protagonista de la noche.
Recuerdos para B.B. King. Para Eric Clapton y Cream. Suenan canciones como «California» o «Soul Survivor» y lo hacen a gloria, no nos engañemos. Su guitarra da muestras de talento. Su dueño no tanto de talante. Pero lo arregla cada vez que acomete una canción, que a fin de cuentas es para lo que estamos allí. Alterna momentos realmente memorables como cuando se pone a improvisar o incluso cuando decide aumentar las revoluciones y acercarse al hard rock de la misma manera que hacía el inolvidable Stevie Ray Vaughan o el Clapton más rockero. Sus compañeros siguen a lo suyo. Es decir, actuar como competente colchón que incrementa aún más el lucimiento del guitarrista. La bajista, Sophie, marca constantemente sus líneas de bajo, demostrando no ser un mero acompañamiento al igual que Casper, que golpea los parches como si le fuese la vida en ello. Stephen repite varias veces lo contento que se siente por tenerles en su equipo. Comprensible. Mientras tanto sigue masticando chicle y construyendo un muro con el público a pesar de la cercanía de este. Emociona su homenaje a Freddie King, no tanto cuando lo hace al otro gran King, B.B. Tira de bebida energética, aunque su guitarra hable sola, sin necesidad de estimulantes. El ambiente se caldea. Blues rock, amigos. Es lo que vinimos a buscar. Lo que nos llevamos. Sin bises. Directo a vender cd’s. Ahí si se comunica con el público. Muy buen concierto de Stephen Dale Petit. Musicalmente nada que objetar, todo lo contrario. Encantado de la vida.
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