Minha Lua es una banda de fado que a base de trabajo y un talento descomunal han conseguido ganarse un merecido respeto y cada vez más seguidores, pues el día anterior habían colgado el «no hay billetes» en Sevilla y en su directo en El Puerto de Santa María, tres cuartos de lo mismo. Se nota esa evolución pues hace un par de temporadas (la última vez que los vimos) el aforo llenaba la mitad del recinto mientras que en esta ocasión el precioso patio de la Sala Milwaukee presentaba un excelente aspecto, con un lleno que sorprendió a los propios músicos cuando salieron a escena, agradeciendo a los asistentes su cálida bienvenida.
Comenzaron con «O concerto», un precioso tema que dejaba claro lo que íbamos a ver, con una Victoria Cruz ofreciendo un recital con su delicada voz, con esas inflexiones y cambios de nota tan espectaculares y un Gabriel Pancorbo secundando a la perfección con su guitarra, arpegiando, punteando, cambiando la velocidad y el nivel de sonido creando una atmósfera única. Sólo por este tema ya merecía la pena la entrada pero continuaban con un fado tradicional como es «Rosa caída», tras el que Victoria Cruz nos explicaba la diferencia entre el fado tango y el fado canción, leernos la traducción del bellísimo «Alfama» y cantarlo, con ese final tan impresionante que dice «Alfama no huele a fado pero no hay otra canción (Alfama nao chaira a fado mas nao tem outra cançao)». «Amor» dejaba paso a sus nuevas composiciones en español. Un homenaje a la poesía en castellano, primero con «Alfonsina y el mar», canción de Mercedes Sosa sobre el suicidio de la poetisa argentina Alfonsina Storni que se interna lentamente en las aguas del océano y después la versión musicada con shruti (instrumento hindú de viento) de «Las tres heridas» de Miguel Hernández que quedó extraña pero hipnótica, repitiendo varias veces el corto poema: «Llegó con tres heridas/ la del amor/ la de la muerte/ la de la vida/ con tres heridas viene/ la de la vida/ la del amor/ la de la muerte/ con tres heridas yo:/ la de la vida/ la de la muerte/ la del amor». Volvieron al fado con la sentida «Haja que ouver», la no menos increíble «Porque teinas» y un clásico como «Noite cerrada», un fado, que nos comentó Gabriel Pancorbo, importante para ellos al escucharlo en una de sus primeras visitas a Lisboa, con unos vasos de «vinho verde» y emocionarse en esa pequeña tasca. No nos extraña viendo el cariño con el que acometen la pieza que acaba con esos versos que dicen: «ahora soy lo que ves, ahora no soy nada, soy una niebla de antaño, soy una niebla, una noche cerrada (agora sou aquilo que tu ves, agora nao sou nada, sou nevoa de outrora, sou nevoa, noite cerrada)».
Terminaron con «Vem», tema que ya incluían en su primer disco «Música de sentimientos y melodías» (que suena ahora mismo en el equipo de música, según escribo estas palabras que intentarán no perderse entre las brumas del fado), una preciosidad compuesta por Pedro Ayres Malgahaes, líder de Madredeus para su banda, y donde Victoria Cruz realiza una serie de juegos vocales que impresionan. Un par de bises tras aclamación popular con «Só á noutinha» de protagonista y, por desgracia, tras una hora y cuarto (que pasó en un suspiro) terminaba otra noche para el recuerdo en las manos y voces de esa genial banda llamada Minha Lua, que además solucionaron una tarde que no había empezado bien con la noticia de la cancelación de «El Puerto Rockero» en Radio Puerto y tener que soportar los insultos de un demente agresivo que se sitúa en la puerta de una casa de la calle Fernán Caballero, cerca de la calle San Bartolomé, «modus operandi» de este sujeto que ya conocíamos por otras personas que han sufrido lo mismo. Al saberlo le ignoramos. Suponemos que las autoridades pronto darán buena cuenta de él, ingresándolo en un sanatorio mental antes de que suceda alguna desgracia con un transeunte o turista que no lo conozca.
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