Los años 93/94/95 fueron complicados para el mundo del heavy metal y permitidme que englobe en el término mucho más allá de los cánones más estrictos del estilo porque al fin y al cabo heavys éramos los que escuchábamos tanto sonidos más duros como otros más comerciales por mucho que ahora se pretendan definir a la perfección las fronteras entres unos y otros según el grado de afinidad. La aparición del grunge que convivía con el hard rock ganándole terreno en los grandes medios y en los no tan grandes. La aparición de bandas como Machine Head o Fear Factory anunciaba que si el metal quería sobrevivir ahí tenían la vía de escape junto a los sonidos en ese momento más underground que se cocían las Islas o en Noruega y Suecia. Pero si había en esos momentos unos grandes pesos pesados, una vez que Metallica habían dado ya el salto a la división de honor esos eran Pantera. Su “Cowboys from hell” del 90 fue un puñetazo en la mesa junto a aquel tour en el que se embarcaron con unos Judas Priest que defendían el impresionante “Painkiller” y los canadienses Annihilator que andaban con “Never neverland” en sus espaldas. Casi ná. Para rematar, en el 91 se colaban en aquel mítico Monsters of Rock en Moscu junto a AC/DC, Metallica y The Black Crowes cargando decibelios en una Unión Soviética que se derrumbaba a marchas forzadas.

Como decía, Pantera se convirtieron en los putos jefes. El 92 nos deja el “Vulgar display of power” había estallado como un jodido Obus. Nunca una portada de un disco expresaba tan bien su interior. Dimebag se ha ganado por derecho propio entrar en el selecto club de constructores de riffs que preside Iommi. Anselmo se convierte cada día que pasa en una fiera difícil de controlar, un torbellino de autodestrucción imparable acorde al sonido de la banda. 1994. Todo el mundo expectante. «Far beyond driven» es La siguiente obra de artillería pesada que nos tienen preparada. El disco entra directamente al número 1 de Bilboard. Sin necesidad de baladas ni concesiones. Todo lo contrario. Pantera siguen apretando los dientes en esa infernal carrera en la que se hayan implicados de sonar más duros, más corrosivos, más agresivos con cada disco. Una locura. Recuerdo una entrevista a Skid Row cuando editaron «Subhuman race» en la que decían que al lanzar su séptimo disco sonarían como Venom. Pantera si que quemaba etapas a paso agigantados hacia un sonido brutal de por si.

Si al paso de Pantera nacía o se ponía en boga la denominación groove metal para referirse al sonido del metal que parecía encaminarse hacía el nuevo siglo, otra vez se hacían deudores de un nuevo concepto respecto a etiquetas. Alguien comenzaba a hablar de southern metal. Pero no adelantemos acontecimientos. Los de Texas aclamaban para si raíces propias que conjugar en forma de entender el metal. Las expectativas se cumplían sin que nadie tuviese un sólo pero que añadir. Las espadas estaban en lo alto. ¿Qué podría contener el próximo lanzamiento de la banda?. ¿Habían ya conseguido por fin su línea «editorial» o aún en el seno de la banda seguían echando humo cuando se sentaban a componer?. 1994 fue un año a pesar de las circunstancias de cambio que se divisan en el horizonte pleno en lanzamientos. Casi alcanzando ya el meridiano de la última década del Siglo XX nos encontramos con «Tales from the thousand lakes» de Amorphis, «Deliverance» de C.O.C., «Portrait of an american family» de Marilyn Manson, «Youthanasia» de Megadeth, «The downward spiral» de Nine Inch Nails, «Awake» de Dream Theatre, «Welcome to sky valley» de Kyuss o «Superunknown» de Soundgarden entre otros. Pero sin lugar a dudas uno de los discos más esperados por el mundo del heavy metal era «Far beyond driven». La portada ya nos hacía frotar las manos. ¡Ese taladro!. Pantera como gran banda de rock no solo era noticia por su música, el comportamiento de sus miembros también era pasto de páginas de revistas y medios. Principalmente Anselmo, quizás el elemento más desquiciado de la banda.

Aquella famosa calavera taladrada que representaba la portada de «Far beyond driven» se colaba en nuestras vidas un 22 de marzo de 1994. Directo de nuevo al número 1 de Billboard como su antecesor. El sonido del disco era agresivo, muy heavy, sin perder un ápice de violencia pero a la vez dejaba entrever momentos de sabor pantanoso que los llevaba a bordear el sludge. Quizás sin llegar a ser unos Crowbar evidentemente pero de nuevo Pantera mostraban su inconformismo. El trabajo de Terry Date a los mandos de la producción del disco es fundamental. Esa capacidad para marcar los momentos más lentos y exasperantes y que no desentonasen con los ataques de furia que se encerraban en otras canciones. A esas alturas Pantera tenían pocos, muy pocos contrincantes tanto sobre el escenario como en el estudio. Mientras otras bandas consagradas introducían en su sonido parámetros que nos les dejase fuera de lo que comenzaba a imperar en los gustos mayoritarios, Pantera iban a lo suyo. ¡Y de que manera!.

Saltamos hasta el 7 de mayo de 1996. Fecha marcada en rojo por muchos. De nuevo la banda ha trabajado con Terry Date para su nuevo disco. «The great southern trendkill» es su título y su portada se aleja de conceptos anteriores aunque sin dejar de mostrar ese peligro implícito que representan. ¿Qué nos vamos a encontrar?. Ya era público y notorio que el ambiente en el seno de la banda era cada vez más irrespirable. Un constante choque de trenes que termina desgastando a cualquiera. Anselmo decidió grabar las voces aparte del resto del grupo, en los estudio Nola propiedad de Tret Reznor, un disco que por cierto se acabó grabando en el estudio que Dimebag Darrel tenía en su casa. Anselmo deja escapar sus demonios alrededor del disco. Su adicción a la heroína, algo aireado y que llevó a que los hermanos Abbot no ocultasen su enfrentamiento con el vocalista. Rex Brown fue quien salvó de momento los muebles y consiguió que el disco llegase a buen fin. Por fin lo teníamos en nuestras manos. ¡Y vaya disco!. Mucha gente no comprendió este «The great southern trendkill»un disco en el que la rabia, la desolación y el dolor campan a sus anchas.

Pantera rompían con todo. Demostraban su capacidad para que su música fuese más extrema que nunca a veces, más pantanoso que nunca, árido y desértico otras. Anselmo puede sonar como si estuviese en medio de una posesión diabólica o dejar escapar momentos casi de desesperación en forma de melodía. La batería parece escapada del mismo infierno. Darrel no pierde de vista lo que se está cociendo dentro del mundo del metal y se nota en su forma de tocar, ojo avizor sin excesivas concesiones. El agónico lamento apocalíptico de la inicial «The great southern trendkill» en la que parece que no habrá un mañana como ocurre con «Nerve». El hipnótico riff de «Floods» con sus cambios y sus pasajes, «13 steps to nowhere», la dolorosa acústica «Suicide note pt I» en la que Anselmo se enfrenta a sus demonios interiores fruto de las drogas… un álbum que algunos se empeñan en considerar menor, pero que como todas las grandes obras o la amas o la odias, y os aseguro que yo me decanto por lo primero. Todavía hubo un disco más de Pantera, pero la banda parecía ya sentenciada de muerte. «The great southern trendkill» fue su más agrio lamento, su más feroz zarpazo, su última gran jugada.

PANTERA – The great southern trendkill

by: Carlos tizon

by: Carlos tizon

Licenciado en el arte de apoyar el codo en la barra de bar. Comencé la carrera de la vida y me perdí por el camino, dándome de bruces con el rock and roll. Como no pude ser una rock star, ahora desnudo mi alma cual decadente stripper de medio pelo en mi blog, Motel Bourbon.

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