Pues sí, así como os lo digo, el sello Frontiers Music ha vuelto a apostar por unas viejas glorias para así darles una segunda juventud. No es que los hard rockers 80’s de Memphis (Tennessee) Tora Tora, estuviesen inactivos, ¡ni mucho menos!; desde su ‘hiatus’ en 1994 con un tercer disco grabado y que nunca llegó a editarse por la vorágine alternativa que ya todos nos sabemos su procedencia, los de Anthony Corder (vocals, accoustic guitar), Keith Douglas (guitar), Patrick Francis (bass), John Patterson (drums) volvieron a la palestra musical en 2008 volviendo a coger el pulso con tres interesantes discos publicados hasta éste último que os planteo hoy y que lleva por título Bastards Of Beale (2019). ¡Salta para oler a los ‘Bastardos’!…
Que todo ‘Gigante cae’ es algo que cuesta creer pero los Tora Tora saben cómo hacerlo…
Reconozco, no sin cierta sensación de sonrojo, que tenía a Tora Tora en el más absoluto de los olvidos, escuché en su momento (mediados de los 90’s) a bandas ‘loosers’ como Junkyard, Jetboy y los dos primeros discos de los protagonistas de hoy, sobre todo recuerdo Wild America (1992), pero entre Manson’s, Reznor’s, Windorf’s, Homme’s, etc,… abandoné esta escena hard que tanto y tan bueno dió en la segunda mitad de los 80’s y principios de los 90’s.
Gracias al contacto con Frontiers estoy pudiendo disfrutar de los citados Jetboy, de Stephen Pearcy, de los anteriormente reseñados West Bound con Chad West y ahora de los Tora pero no me enrollo más, vayamos al disco.
Para ser ‘mi primer disco’ de la banda después de tantos años, el saldo es bien positivo, tiene todos los ingredientes que hicieron a la banda grande, es decir, muy buenos riffs hard 80’s, melodías catchys, ese arraigo bluesy que se intuye en todos los temas y esa voz tan particular y reconocible de Corder a medio camino siempre entre Plant y Steven Tyler que sigue produciendo muy buenos agudos y teniendo la misma garra de antaño. No es que todos los temas me maten pero cortes como «Giants Fall», el boogie rock de «Everbright» la ochentera intensidad de «Silence The Sirens» o los diferentes ambientes acústico/eléctrico de «Son Of A Prodigal Son» demuestran que la banda sigue en forma con chulería y expontaneidad boogie/blues. Por otra parte, en baladas no me ha matado ni mucho menos «Lights Up The River» aunque sí sorprenden por el palo contrario con la musculosa instrumental Hard Rock de «Vertigo». En conclusión, la banda ha facturado una colección de canciones muy recomendable. Se nota que el haber fichado por un sello grande les ha dado el empuje que necesitaban.
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