Nuestro compañero Pablo Ruiz nos descubría la serie Remastered con su magnífica reseña de «Los dos asesinatos de Sam Cooke» . Remastered es una serie de documentales sobre músicos que han trascendido de su actividad para pasar al plano político. Este que tratamos hoy lleva por título «Nixon & the man in black» y narra la visita en 1970 de Johnny Cash a la Casa Blanca, en un momento marcado por el enfrentamiento social por la Guerra de Vietnam y donde «el hombre de negro» dejó claro que no tenía la misma posición que el presidente.
En la hora de metraje vamos comprobando la evolución de Cash, con un inicio asombroso donde antes de un concierto le vemos decir que hay que respetar a los americanos que queman banderas como hay que respetar a los americanos que disparan a los americanos que queman banderas aunque con mucho amor como buenos americanos. Y es que Johnny Cash se erige como la voz del centro de Estados Unidos. Nacido en una familia pobre de Arkansas, con un padre que nunca le aceptó y la insoportable pérdida de su hermano en un lamentable accidente doméstico. Cash según fue madurando adoptó dos posiciones en principio opuestas según los cánones establecidos; por un lado su amor a las tradiciones, a la patria, a Dios y al gobierno de su país y por otro lado esa vena rebelde que le llevó a actuar en la cárcel o apoyar a los nativos norteamericanos. Nixon intentó mejorar su popularidad, en entredicho por Vietnam, consiguiendo que actuase el músico para sus invitados y de esa forma llevar a su causa a un icono de muchos de sus votantes, uno de los pocos importantes que no hubiesen actuado en Woodstock, como nos recuerdan sus responsables. Y es que Richard Nixon, por otro lado, se sentía cercano a la persona (que no al country pues prefería la clásica) de Cash, ya que había nacido en el seno de otra familia pobre y con padre maltratador. Un hombre hecho a sí mismo, a diferencia de otros políticos, como sus antecesores Kennedy o Lyndon Johnson, millonarios de nacimiento, incluso en un momento del documental aparece el padre de otro viejo conocido como Al Gore, que perdió las elecciones contra otro linaje político como es la familia Bush.
El caso es que Nixon intentó imponer a la estrella unas cuantas canciones (alguna deplorable y mezquina como «Welfare Cadillac») y Cash, que nunca se pronunció como demócrata o republicano, no desmiente el hecho pero tras unos conciertos a las tropas en Vietnam y volver a descubrir el horror de la guerra (había combatido en Corea), su visión cambia y en la Casa Blanca se muestra afable respetando el puesto de presidente de su nación pero cantando la mítica «What is truth», donde de forma velada critica a Nixon y su política de halcones contra palomas, declarándose «una paloma con garras» para posterioridad tras los bombardeos en Camboya (sin aprobación del Congreso) interpretar en su programa «El show de Johnny Cash» el himno pacifista por antonomasia como es «Blowing in the wind» de Bob Dylan, persona que había actuado años antes en el mismo lugar aunque tocando temas menos militantes, como sucedió con otros líderes de la contracultura musical como Joni Mitchell o Pete Seeger, al que se le consideraba comunista.
Y es que Cash fue fiel a sus principios, lucho desde su perspectiva conservadora por los desfavorecidos, por los excluidos del sistema sin dejar de sentirse orgulloso de las tradiciones y las virtudes que habían convertido a Estados Unidos en la principal potencia económica y social del orbe. la tierra de la libertad pero con esas sombras que deja cualquier sistema. Como dice en un momento del documental: los soldados y los presos se parecen mucho, ambos tienen una cierta hermandad debido a la soledad, mucho aburrimiento y el aislamiento. Todo un tipo.
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