Bill MacKay colaborador frecuente de Ryley Walker, de los que ya os he ido hablando con anterioridad, con este “Fountain Fire”, nos regala su guitarra eléctrica y la acústica que se reparten en un disco donde no sólo hay guitarras. Un álbum donde Bill toca todos los instrumentos del álbum, incluyendo, percusión, bajo y órgano ademas de plasmar su voz en dos cortes, lo que es casi una novedad ya que sus discos suelen ser básicamente instrumentales.
Ocho canciones que posiblemente suenen menos etéreas y difuminadas como en su anterior disco, “Esker”. Ha dejado un poco de lado lo vanguardista para hacer de su música algo más expansiva; no se si su amistad con Ryley le ha servido para salirse de un estilo encasillado, pero con este trabajo ha sabido combinar su enfoque anterior con una nueva perspectiva. Su manera de cantar es magnifica, una voz profunda, caliente y tranquilizadora, puede que el
fantasma de Bert Janschy, John Martyn y/o Nick Drake sobrevuelen estos temas, pero no olvidemos que MacKay interpretó una versión de “Cello Song” en un especial dedicado a Drake por la prestigiosa revista Mojo, por lo que es evidente que siempre ha estado en sus influencias musicales. Me permito desde aquí a recomendarle que se lance a grabar un disco en donde cante en cada tema. En lo instrumental siempre lo he dicho cuando he hablado anteriormente de Bill MacKay, las influencias de John Fahey, Davy Graham, Jack Rose o Sandy Bull están muy presentes aunque nunca copiando, si no cogiendo de esos artistas la manera de enfocar la composición.
Si os pongo tantos ejemplos es sobre todo para entusiasmaros a escuchar un disco tan sumamente confeccionado con amor y tan lejos de esos discos lanzados sin alma. Bill lanza un disco mas atrevido con una mezcla de diversos estilos y textura aunque si sigue presente ese aroma alcaloide que te deja algo adormecido pero con un deleite delicioso en el paladar. Cada vez que escucho un disco de Bill Mackay me da la sensación que he leído un libro o visto una buena película , me llena la mente. Hay músicas que hieren, que enervan , que entristecen y otras que enamoran, te hacen bailar, la de Mackay sana las heridas. La simpleza es la mayor de la complejidades cuando se quiere transmitir algo y eso el músico de Chicago lo hace mejor que nadie. Si hace poco hablaba del disco “olvidado” de Townes Van Zad y de los nuevos trabajos de William Tyler y Steve Gunn, os recomiendo arduamente haceros con este “Fountain Fire”. Para mi su mejor y mas redondo trabajo.
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