A pesar de que bastante gente entienda Malta como destino de sol y playa, el pequeño país mediterráneo ofrece mucho más. De hecho, las playas no son comparables con, pongamos como ejemplo, España, ya que la arena brilla por su ausencia, salvo en algunas honrosas excepciones. En lo que no es discutible su atractivo es en el enorme bagaje cultural que atesora, sea en espectaculares pueblecitos tanto en la Isla de Gozo con su «Blue Hole» o «Ventana azul» y su ciudadela, la «Blue lagoon» en Comino o los yacimientos, la capital Valetta, las tres ciudades o Mdina en la isla de Malta. Y ahí nos situamos para hablar del restaurante Il Malti, que encontramos en la zona de Sliema, cerca de St, Julians, una de las zonas con más transito en la isla principal.
La cocina maltesa, debido a la variada relación con otros países, se encuentra influida con otras gastronomías como son la italiana, la anglosajona y la árabe, lo que consigue una mezcla curiosa, no exenta de originalidad, con pasta fresca aderezada con pescados y mariscos y otros platos sorprendentes como el conejo, plato por excelencia en esas tierras.
Así que aconsejado por un residente en el archipiélago visitamos este local situado en la The Strand y que ofrece una buena muestra de las viandas maltesas. Sitio no muy grande con pocas mesas en su interior y más capacidad en su acogedora terraza, que imaginamos es el sitio preferido entre turistas y habitantes de la zona, aunque siempre hemos preferido alejarnos de esos espacios fuera, donde suele haber más bullicio, calor y fumadores que pueden condenar una apetitosa comida. Servicio esmerado, platos elaborados y una sensación de comodidad que agradecemos.
Comenzamos el ágape con el plato maltés, un combo de varios aperitivos como las olivas marinadas, la salchicha maltesa, el queso a la pimienta, la bigilla (versión maltesa del hummus) y una curiosa caponata siciliana. Plato abundante, bien presentado y rico. Continuamos con la aljotta, sopa típica cuya base es el tomate y el pescado aderezado con diversas hierbas y que nos pareció soberbia para finalizar con un fuera de carta, ya que ese día nos ofrecían pasta con langosta, medio crustáceo a la brasa acompañado por unos papadelle, ya sabemos esa especie de fetuccini pero más anchos. Solo cocinados con sal y aceite y que de sabor estaban impresionantes. Otros comensales también destacaron los spaghetti marinara, con pulpitos, almejas y mejillones y el conejo estofado (aunque no probamos estos dos platos). Al ser cena y llevar todo un día de visita, no bebimos vino, ya que comenzamos con una pinta de la cerveza local Cisk, una lager sin nada destacado, y ante las abundantes raciones y el tamaño de la Cisk, preferimos combinar con agua que como en casi toda Malta dominan las italianas, en este caso Aqua Panna.
Restaurante recomendado, con precio ajustado para la calidad que ofrecen y que a buen seguro repetiremos en próximas visitas. Una cocina que merece más de una oportunidad, sobre todo en esa unión tan siciliana de unir la pasta con pescados y mariscos de todo tipo.
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