El espectáculo siempre ha estado presente en mis aficiones. Gestas de distinto tipo que uno guarda en su ideario, que almacena en la memoria como vivencias ajenas que se compenetran con las propias en el jodido puzzle de la vida. Uno de mis recuerdos presentes es aquel duelo entre Carl Lewis y Ben Johnson que se llevó el canadiense aunque finalmente resultase que no andaba dentro de los límites de la legalidad. Dos bestias pardas desafiando las limitaciones del ser humano para correr. Seguro que que a muchos os pasó igual. La fijación por el éxito instantáneo. Pero sin embargo, entre mis héroes siempre he preferido alojar a los fondistas. Aquel con la suficiente capacidad, destreza e inteligencia para resistir y atacar en el momento justo sin dejarse llevar por el flash de la prontitud. Con las bandas de rock me pasa igual. Un claro ejemplo de mediofondistas son los murcianos Moody Sake. Un par de ep’s de muy buenas maneras para ir corrigiendo errores antes de ir encarando el primer kilómetro de carrera en forma de larga distancia o larga duración en este caso con solvencia y soltura. Llega a mis manos «Wilderness» grabado aquí en mi Sur del Sur en los estudios de Paco Loco. Nueves canciones con un sonido magistral para que esta banda joven que derrocha facultades se posicione para destacar del pelotón que empuja codo con codo.
El disco lo abre el contundente riff de «I`ve been cooling» y su sonido cercano a ese garage rock propulsado por Jack White de regusto blues. Pronto llega mi canción favorita del disco «I`m no good» con un ritmo infeccioso, melodía pegadiza y ritmo festivo. Soy incapaz de quedarme quieto mientras suena porque mis pies cobran vida propia. «Wish I’d hate you» reclama la herencia de Hendrix, sobre todo por ese sonido de guitarra, lección bien aprendida del Dios de Seattle. «The Pilgrim’s pledge» cambia el registro sonoro en busca de intensidad del que gran parte tiene culpa el bajo de Juan tomando preponderancia y el ritmo que marca la batería de Toni. «Wilderness», la canción que da nombre al disco, trae aires soul gracias a las teclas mientras la guitarra de Gines bucea por terrenos del rock mas clásico. Gran trabajo del guitarrista y vocalista durante todo el disco.
«Taken for granted» es un preciso medio tiempo donde la guitarra toma total protagonismo para dibujar las melodías y vuelve a recordarme a Hendrix por momentos. «Little bird» mantiene ese tono reposado y a la vez contundente de esta segunda parte del disco. De nuevo regusto blues, canción para disfrutar con una buena copa en la mano.»Eighty faces» pide a gritos que subas el volumen, rock directo, una canción que tiene toda la pinta de sonar de miedo en directo y que os aseguro que en plena carretera es como gasolina para el alma. Otra de mis favoritas del disco. Cierra el disco «Voyage» con unos coros fabulosos y nos dice no adiós, sino hasta luego porque os aseguro que llevo casi desde que recibí este disco a finales de diciembre escuchando este disco día si, día no, tanto que lo tuve que meter a toda prisa en mi top de 2018 porque así lo merece.
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