He empezado este año con Mindhunter, una serie de Netflix que me apetecía mucho. Había leído cosas buenas, trata del nacimiento de la elaboración de perfiles de asesinos en serie y venía avalada por la presencia en la producción y tras las cámaras de David Fincher (al menos en sus primeros episodios). La serie incide en esa fascinación que en Norteamérica producen los asesinos en serie. Algo ya inherente a la cultura popular de Estados Unidos. Desde la matanza de la familia Manson y el encumbramiento de Charles Manson a las portadas de las revistas más populares, los asesinos en serie forman parte del imaginario popular estadounidense y, por extensión, de todo el mundo. La literatura y el cine no han sido ajenos a este fenómeno y han convertido a psicópatas como Norman Bates (Psicosis), Patrick Bateman (American Psycho), Hannibal Lecter o John Doe (Seven) en algunos de los villanos más famosos de la historia del cine.
Mindhunter se basa en el libro Mindhunter: Inside the FBI’s Elite Serial Crime Unite, escrito por los ex agentes especiales del FBI, John Douglas y Mark Olshaker quienes durante años entrevistaron a algunos de los más famosos asesinos en serie, desarrollando técnicas para atrapar a estos peligrosos criminales. Entre los criminales a los que investigaron se encuentran Richard Speck, John Wayne Gacy y James Earl Ray, de todos ellos hicieron un estudio psicólogico pormenorizado para entender sus motivos. De este modo, desarrollaron perfiles de asesinos en serie y sirvieron de inspiraron a Thomas Harris para crear al agente del FBI Jack Crawford y a asesino en serie Hannibal Lecter de El silencio de los corderos.
La cosa pintaba bien con Mindhunter y reconozco que los primeros episodios me gustaron bastante a pesar de que la mano de Fincher no se notaba casi por ningún sitio. Ni la tensión ni la mala baba que Fincher ha hecho gala en su filmografía aparece en esta serie. Mindhunter está muy lejos de Seven o El club de la lucha y tiene más de Zodiac, lo cual no tiene que ser malo. Tras un inicio prometedor, nos damos cuenta que no va a haber golpes de efectos sorprendentes ni los asesinos en serie son como los de las películas (a veces son peores). Mindhunter acierta al centrarse la historia real más que en impactar o asombrar al espectador. La ambientación a finales de los convulsos años 70 resulta muy acertada al retratar esas dos américas que colisionaban originando tensiones de todo tipo (sociales, raciales, culturales, etc).
Reconozco que Mindhunter se toma su tiempo en la presentación de personajes y, algo que siempre es positivo, dichos personajes evolucionan ante nuestros ojos. Los gestos y miradas (a veces casi imperceptibles) nos indican dicha evolución y hacen avanzar la serie. Las relaciones de pareja evolucionan, pasando del enamoramiento inicial a la rutina. Incluso el carácter del personaje principal va mutando de un joven inexperto hacia un ser engreído cuyos éxitos hacer crecer desorbitadamente su ego, originando un peligroso exceso de confianza.
El principal problema de Mindhunter es que sus 10 episodios saben a poco y a uno le da la sensación de que aún le falta mucho para mostrar todo su potencial. Episodio a episodio hemos visto brevemente a un asesino en serie que se prepara para un crimen, pero todavía no lo ha cometido y todo parece indicar que estamos ante el gran villano de la serie. Mindhunter promete darnos mucho más de lo mostrado hasta ahora.
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