En la tarde, aunque debido a la fecha en la que nos encontramos podríamos decir la noche, del 5 de diciembre de 2018 (víspera de puente, dato importante) la sala Caracol de Madrid se tambaleó hasta sus cimientos. Pero no creáis que dicho accidente dañó en forma alguna su estructura. Todo lo contrario, la sala quedó en mejor estado si la comparamos con cómo se encontraba antes. ¿Culpables? Pues sí, oye. Sí que los hubo. Fueron, en orden de actuación (nunca mejor dicho) Betraying The Martyrs, Wage War y August Burns Red.
Hechas las presentaciones, vayamos al lío. La sesión comenzó con Betraying The Martyrs y los parisinos no tuvieron ningún tipo de contemplación con los asistentes para mostrar de lo que son capaces. Desde el primer minuto su capacidad de combinar potencia, tecnicismo y melodía fue un hecho más que contrastado. La dureza de sus ritmos, las melodías sinfónicas y el excelente juego entre los guturales de Aaron Matts, su vocalista, en combinación con la voz limpia del teclista Victor Gulliet llenaron la sala y nuestros oídos. Durante los 45 minutos (minuto arriba, minuto abajo, como es lógico) que estuvieron sobre las tablas de la sala no bajaron la guardia ni escasearon en esfuerzos para alcanzar la excelencia. Y como regalo final, nos deleitaron con un tema inédito, ¿qué más pedir? Nada más que añadir, sólo un simple ¡Chapeau, garçons!
Acto seguido, Wage War tomó la batuta y volvió a dejar el listón tan alto como para que no notásemos que la tarde (que ya sí podría ser considerada noche) decayese. Con un estilo metalcore que también oscila entre lo extremo y lo melódico, aunque tirando más al hardcore/punk melódico (valga la redundancia), volvieron a hacernos disfrutar de un puñado de buenas canciones en las que la ejecución fue brillante. Una banda que desconocía y que me sorprendieron muy gratamente.
No hay dos sin tres, eso dicen. Pero es que ya lo que vino a continuación partió el molde. Lo que hicieron August Burns Red no tiene nombre. Bueno, sí lo tiene. Tiene varios, de hecho: espectacular, magnífico, impresionante, extraordinario, ¿sigo? Un conciertazo con mayúsculas. Salieron a darlo todo, ¡y vaya que si lo dieron! Soltaron temazo tras temazo y todo rozando la perfección. La voz de Jake Luhrs no perdió calidad durante más de hora y media de concierto. Pero hablar sola y exclusivamente de la voz sería desmerecer al resto de sus compañeros que estaban al mismo nivel. Las guitarras de JB Brubaker y Brent Rambler, aparte de sonar brutal, no fallaron ni una nota. Dustin Davidson junto con la batería de Matt Greiner (¡Que vaya manejo del doble bombo tiene el amigo! Como bien lo mostró en el solo que se pegó. Pero, sin duda, el mensaje que nos dirigió acto seguido al público, acerca de la importancia de ayudar a los demás, dijo mucho más, y bueno, sobre el tipo de persona que es) aportaron la pegada y la intensidad que, ya de por sí solas, eran digna de admiración.
¿El set list? Increíble. Además de temas de su último trabajo, Phantom Anthem, como “King Of Sorrow” (canción de apertura del concierto), “Invisible Enemy”, “Dangerous” y “The Frost”; no faltaron canciones de sus otros trabajos. Entre ellas destaco, con vuestro permiso, las que extrajeron de Constellations, disco al que le tengo especial cariño y mi favorito. “Mariana’s Trench”, “White Washed” (con la que finalizaron el set) y, sobre todo, “Meddler” hiceron que no dejase de mover el cuello (os escribo, de hecho, con las típicas molestias que todos hemos sufrido en dicha zona), gritar y disfrutar como hacía mucho que no disfrutaba.
En definitiva, que August Burns Red no solamente están en la cima de la escena metalcore, si no de la música en general, es un hecho. Llevan años de trayectoria en los que no han dejado de ofrecer discos de excelente calidad. Y todo ello lo experimentamos los que estuvimos anoche en la sala Caracol. Ya que, al igual que la sala, cuando todo terminó salimos de allí mejor que como entramos.
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