Es innegable la capacidad de James Wan para rentabilizar un éxito, pues a las series de «Saw» y de «Insidious» se une la de «The conjuring» que con «La monja» llega a su quinta entrega, tras las dos de «Expediente Warren» (como apunte, «El caso Enfield» fue mi bautismo en rockthebestmusic.com), convertidas en clásicos del terror contemporáneo y dirigidas por él, produjo las dos partes centradas en la siniestra muñeca Annabelle, a la que sigue otro siniestro monstruo como es la aterradora monja que aparecía en el caso Enfield.
Y la película, a pesar de ser irregular, se ve con agrado y consigue buenos momentos de tensión y unas cuantas cosas favorables para pasar un entretenido día en el cine, como es la conseguida ambientación, la interesante fotografía y la banda sonora de Abel Korzenioswki, que hace que no echemos en falta a Joseph Bishara. Eso, en cuanto a lo técnico. En lo artístico, esos sobresaltos con figuras entre las sombras, personajes que aparecen en medio de los pasillos o habitaciones aunque casi nunca se les ve la cara y ese juego entre la ficción y la realidad que funciona a la perfección. Encima está muy bien interpretada, sobre todo por Demian Bichir y una Taissa Farmiga al alza, con un personaje que parece Lorraine Warren, años atrás, quizas por tener el mismo peinado y un parecido físico evidente siendo madre e hija. En el capítulo de los debe, hay más de un susto forzado, con fantasmas que aparecen por detrás para asustar al espectador y no a los protagonistas o subiendo la música para provocar el sobresalto. Es cierto que Corin Hardy no tiene, de momento, el talento visual de James Wan pero ha conseguido un producto digno, con una interesante puesta en escena y con un arranque espectacular con dos monjas avanzando por un pasillo espectral hasta llegar a una puerta donde se lee en latín «Dios acaba aquí». La secuencia avanza convirtiéndose en lo más conseguido del film, justo lo contrario del final, bastante menos logrado. La gran diferencia estriba entre sugerir o mostrar, ya que la diabólica monja aparece borrosa al inicio, intuimos su figura y el terror que genera al avanzar por un pasillo mientras que en el desenlace no deja de ser un monstruo al que se puede vencer.
Y de eso trata la cinta, que nos retrotrae a un monasterio perdido en el interior de Rumanía en 1952, donde llegan una novicia y un sacerdote enviado por el Vaticano para investigar el extraño suicidio de una religiosa. Junto con un francés que vive en el pueblo más cercano serán testigos de fenómenos sobrenaturales, espectros malvados y una abadía maldita donde a las monjas de clausura es difícil encontrar. Argumento sencillo y que en algunos momentos funciona y en otros peca por exceso pero que sirve como evasión y contentará a los aficionados al cine de género. No está a la altura de los dos «Expedientes Warren» pero sí supera a los dos «Annabelle», por lo que el aprobado lo consigue y hace que esperemos más historias de la serie. La siguiente «The crooked man».
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