La banda formada en el epicentro de la música escandinava, Estocolmo, está integrada por cuatro instrumentistas de impresión y muy experimentadas en proyectos anteriores como Linn Johannesson (bass), Johanna Hansson (drums), Sofia Ström (guitar) y Matilda Roth (vocals). La génesis y la magia compositiva se gesta en algún momento de 2012 para, cuatro años después y ya con un sonido pulido y la banda compactada, tener listo su debut en Long Play titulado Tales Of The Wicked West (2016) que les abre las puertas de la dilatada y numerosa escena retro rock y vintage de escandinavia con un trabajo a medio camino entre Blues Pills, Graveyard, Kadavar y Spiders. No inventaban nada nuevo, eso estuvo claro desde un principio (hoy en dia ¿quién lo hace?) pero su amor por la psicodelia 60’s y la experimentación, por Janis Joplin, Doors y Jefferson Airplane y algún retazo stoner blues se dejaron notar desde un principio con temazos tan sólidos como «Dirty War», «Colour Blind» o «(If You Want To Smoke) Be The Fire»…
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Numerosas giras por la península vikinga en multitud de clubs y prestigiosos festivales como el Sweden Rock Festival, Ümea Open Air o el Kökbacken Fest y saliendo ya a países como Holanda, Alemania, Inglaterra (teloneando a Blues Pills y a los locales Purson) e incluso estrenándose en nuestro país van grangeando la popularidad y la estabilidad de una banda que no ha venido para disfrutar del ‘party all night long’ ha venido para hacerte ‘flotar’ y levitar con su música imponiendo una espiritualidad y un estado de la mente expansivo…
Y me quedo precisamente con el término ‘expansivo’ para definir en términos generales el nuevo trabajo de las suecas, Madness Is Too Pure (2018) porque se han desmarcado del blues y del vintage rock de manual para crecer y expandirse hacia límites insospechados, para superar su Opera Prima con creces y facturar un álbum atrevido y exigente dejando a Joplin, Hendrix y Brant Bjork de lado decantándose completamente por la psicodelia más experimental con incursiones Kautrock y Space Rock. Si por algo van a ser recordadas Matilda, Sofia, Linn y Johanna es por este álbum porque lo que me faltó en aquel, a pesar de gustarme mucho, era la personalidad propia que con éste han conseguido.
El disco despega hacia lo más profundo de nuestra psique con el progresivo y épico «Deadlock» que te teletransporta al nivel de sedación correcto en el que nos encontramos como el hipnótico y obsesivo «Oh Hysteria!» que junto con el explosivo «Späktrum», el más sedado «Dark Clouds» y «Another Dimension» son los temas más experimentales y progresivos, los que te recordarán en algún momento a Siouxsie And The Banshees, Public Image LTD o Amond Düül, incluso Wucan como referente actual. Viajes lisérgicos en donde apreciamos la repetitiva y subyugante base rítmica de Linn y Johanna, la hipnótica interpretación vocal de Matilda, por momentos grave y dominadora, por momentos más nasal y dinámica y las texturas y ambientes que crea Sofia a las seis cuerdas.
Por otro lado, el componente space rock psych también se deja ver en cortes como «Gold Mind» o «She Is Gone» en donde se nota la influencia que Dave Wyndorf y su Last Patrol han tenido en estos últimos años con esos toques garageros y ritmos más enérgicos. «Walk In Silence» es una gozada, quizás el mejor tema del conjunto, de cierta piel stoner y épica colocada y enfermiza. No quiero acabar esta reseña sin destacar la amplitud de miras que la banda demuestra con «Trance» y sus dos partes bien diferenciadas, la primera con bases programadas y loops y la segunda árida y Stoner Psych que deja bien claro que Maidavale no se ponen techo creativo y que gustan del riesgo y de su evolución como banda.
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