Stevie Ray Vaughan es al blues/rock lo que Charlie Parker es al jazz o Willie Dixon al blues; es a la guitarra lo que Jimi Hendrix fue en los años 60 o Rory Gallagher en los 70; y tras más de 20 años desde su muerte, hoy en día, es una leyenda, un mito cuya música sigue viviendo y formando parte de nuestras vidas.
Nació el 3 de octubre de 1954 en el hospital metodista de Dallas (Texas), y a los 7 años ya tuvo su primera guitarra de juguete, aunque no fue hasta los 9 cuando se compró su primer disco, concretamente el “Wham” de Lonnie Mack, cuya copia acabó estampada contra la pared de su casa a causa de la envidia que corroía a su padre (músico frustrado) cada vez que lo ponía en el reproductor.
En 1969 metió la cabeza en la escena blues de Austin, formando en 1970 su primera banda estable “The Blackbirds”, pero fue a finales de 1971 cuando dio el primer paso importante en su carrera al trasladarse definitivamente a Austin y establecer su sede musical en el Hills Country Club de la capital tejana.
En 1974 se hizo con su famosa y destrozada Fender Stratocaster, que no abandonaría hasta el final de sus días. Tras pasar por varias bandas más, caso de The Nightcrawlers, Paul Ray & the Cobras o Triple Treat Revue, formó la que sería su banda definitiva Double Trouble que asentaría su formación definitiva con Tommy Shannon al bajo y Chris Layton a la batería, siendo más conocidos como Stevie Ray Vaughan & Double Trouble.
El grupo siguió tocando y tocando hasta que el 11 de julio de 1981 filman la actuación que dieron en un festival celebrado en Manon (Texas), y el manager envía las cintas a los Rolling Stones (unas fuentes hablan de Mick Jagger y otras de Charlie Watts), invitándolos a tocar en una fiesta privada celebrada en Nueva York el 22 de abril de 1982.
Justo después llegaría el hecho clave de su carrera, siendo la 1ª formación que tocó en el prestigioso festival de Montreaux (Suiza) sin estar en cartel ni tener ningún trabajo publicado. De ese concierto salieron varias consecuencias importantes. Por un lado terminó convirtiéndose en el prestigioso álbum en vivo “Live at Montreaux”; por otro sirvió para conocer a David Bowie y Jackson Browne. El 1º invitó a Stevie a tocar en su último disco “Let´s dance” que acabó convirtiéndose en un éxito; el 2º les invitó a grabar de forma gratuita en su estudio privado en California lo que sería este debut discográfico que hoy recordamos.
Otro momento clave derivado de ese festival suizo fue cuando en 1983 John Hammond (descubridor de gente como Bob Dylan o Bruce Springsteen) escucha las cintas de su actuación y les ofrece un contrato con Epic Records.
Tras muchos años de mucho trabajo consiguen publicar “Texas Flood” el 13 de julio de 1983, recibiendo grandes críticas de la prensa especializada y multitud de premios, destacando los otorgados por la revista Guitar Player (Mejor nuevo talento, Mejor álbum de guitarra y Mejor guitarrista de electric blues).
El redondo se grabó en tan solo 3 días en el estudio personal de Jackson Browne en Los Ángeles, llegando al nº 64 del Billboard americano y al nº 38 del Top 200 Pop Albums. “Pride and joy” salió como primer single y se aupó al nº 20 de las listas. Los Grammy también se acordaron de él y lo nominaron como Mejor grabación de blues y al tema “Rude mood” como mejor interpretación instrumental de blues.
Centrándonos en el disco, desde la primera escucha descubrimos la maestría de Stevie con su instrumento, siendo capaz de encontrar un estilo propio y característico, y todo ello acompañado de la que es considerada la mejor sección rítmica de blues/rock de la historia.
La variedad representada en el conjunto es testigo de la genialidad de este monstruo. “Lovestruck baby” es un blues/rock acelerado con toda la influencia posible de su adorado sur. “Pride and joy” sería el tema que pasará a la historia por la trascendencia que adquirió, no solo en los medios, sino también la que el propio Stevie le dio, interpretándola siempre que podía. Se trata de un blues con un feeling especial, desbordante de vitalidad que podríamos definir como un fluyente devenir de estrofas que sirven de excusa para el deleite guitarrístico de Stevie.
También hay cabida para el blues más tranquilo, de desarrollos guitarreros, tal y como demuestra “Texas Flood” que es como un solo de guitarra continuo interrumpido por unos pocos versos.
Los temas rítmicos y tranquilos se suceden, unos más roqueros y otros menos, pero siempre con la base del blues que sus adorados Jimi Hendrix y Albert Collins le enseñaron. Vemos cortes muy rítmicos como “Tell me”, “Testify” o “I’m crying” y otros más tranquilos como “Dirty pool” (con un brillante trabajo de la vibrante Stratocaster de Vaughan) o “Mary had a little lamb” (maravillosa versión del clásico de Buddy Guy), pero hay que destacar por derecho propio las maravillosas interpretaciones instrumentales que sobresalen del resto, casos de “Rude mood” (absolutamente brillante en el manejo nervioso de la guitarra) y “Lenny” (demostración de sensibilidad capaz de ponernos los pelos de punta) con la que cierra esta maravilla en forma de círculo.
Siguió trabajando a un ritmo frenético, publicando discos de estudio fantásticos como “Couldn´t stand the weather” (1984) o “Soul to soul” (1985), y brutales directos como “Live alive”, hasta que durante el transcurso de una gira europea, concretamente en Alemania, sufre un colapso por el abuso de sustancias estupefacientes.
Su regreso a los escenarios sería en la primavera de 1987 cuando participó en un recital televisado por la MTV en Florida. Participó en películas (“Back to the beach”), especiales de televisión junto a BB King o Eric Clapton, en la fiesta de inauguración presidencial de George Bush Sr., y en el mítico programa MTV Unplugged, donde tocó “Rude mood”, “Pride and joy” y “Testify” con la guitarra acústica de 12 cuerdas.
Su carrera volvía a estar en alza, ayudado por la publicación de un nuevo disco, “In step” (1989), pero el 27 de agosto de 1990 los brazos de la muerte se hicieron con él por culpa de un accidente de helicóptero camino de Chicago, dejando un vacío musical que nunca se ha vuelto a ocupar.
Discos póstumos (“The sky is crying”), varios recopilatorios (“Greatest hits”, “The essential”), e infinidad de directos (destacan “In the beginning” junto a Albert King y “Live at Montreaux”), siguen manteniendo la llama encendida, pero para siempre nos quedarán joyas como este “Texas flood” para recordarnos que SRV sigue allí arriba, justo a la diestra de los dioses.
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