Dentro de la ya habitual excelente programacióm del Slap indoor, la edición de este año será recordada reunir en un mismo escenario a dos leyendas del funk. Nada más y nada menos que Fred Wesley y Maceo Parker. Dos mitos que, a pesar de sobrepasar las 7 décadas de vida, ayer demostraron que les sobra vitalidad y talento como para ofrecer unos excelentes sendos conciertos. El aforo de la sala Oasis estaba hasta la bandera, un sold out de entradas que nos hacía intuir que el público zaragozano estaba ávido de buen funk. Y estos dos fenómenos no defraudaron.
Ahí estuvo Fred Wesley a sus 74 años haciéndonos bailar con su trombón. Acompañado de un teclista y un batería (bastante más jóvenes y blancos) simplemente geniales, Fred Wesley derrochó saber hacer sobre un escenario. 74 años no son ninguna broma (Mick Jagger solo hay uno), pero Fred Wesley suplió con simpatía y oficio las limitaciones de la edad. Con un repertorio como el suyo, imitado y saqueado mil veces, es justo que reclame el trono que por derecho le pertenece. Un lujo poder ver y escuchar a este trío de maestros en una comunión perfecta con el respetable. Reconozco que su interpretación del Caravan de Duke Ellington me puso los pelos de punta. La cosa acabó con House Party con todo el público entregado y coreando en una fiesta de rabioso funk. Entonces llega uno de los momentos más divertidos de esta memorable noche: Wesley mira el reloj, se da cuenta de lo tarde que es, se levanta y hace amago de irse. Un toque de humor y empatía con su público que fue recibido con jolgorio por el respetable. Tras casi una hora de actuación, Fred Wesley se retiró dejando un excelente sabor de boca en la audiencia. No todos los días se ve en directo a una leyenda del funk.
Era el Turno de Maceo Parker, otro veterano del funk cuyo saxo ha sonado en los discos de James Brown, Tina Turner, Parliament y Prince. Precisamente, los músicos de Parker salen a escena mientras suena 1999, canción que da título a la primera obra maestra del genio de Minneapolis. Parker lo dejó claro, todos amamos a Prince. Un cartel de It’s about love tenía un lugar predominante en el escenario y fue el lema que sirvió de hilo conductor para toda la velada. Han pasado 13 años desde la última vez que vi a Maceo Parker en esta misma sala, mucho ha llovido y el tiempo no pasa en balde pero la energía sigue siendo la misma. Una vez más, Maceo ofreció un concierto perfecto en el que no faltaron ese humor y esa humildad propia de los más grandes. Además de Prince, Parker se acordó de Ray Charles, De Marvin Gaye y James Brown. Hasta hubo un hueco para el Somewhere over the rainbow de El mago de Oz y un Stand by me de Ben E. King cantado de forma apoteósica por su sobrina, Darlen Parker. Otro merecido tributo a sus influencias. Ni que decir tiene que la profesionalidad de esta banda está fuera de toda duda. Hay que ver cómo domina su instrumento cada uno de los miembros de esta gran banda. Todos tuvieron su momento de gloria y ninguno lo desaprovechó. Está visto que los años no pasan igual para todos y este torbellino imparable tiene cuerda para rato. Parker sigue siendo capaz de sacar de su saxo ese timbre y ese ritmo inconfundibles. Para el final Maceo se guardaba un as escondido en la manga, el tema Pass the peas fue el colofón perfecto para una fiesta funk, que es en lo que acabó convertida la Oasis. Con el público en el bolsillo desde el primer minuto, Maceo Parker ofreció un show memorable de esos que no se olvidan en mucho tiempo.
Vuelva usted cuando quiera, Sr Parker, pero no tarde otros 13 años.
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