He visto a Lacuna Coil en numerosas ocasiones y en distintos lugares, desde Lorca a Madrid pasando por Interlaken (Suiza) en un extraño concierto donde llevaban el bajo pregrabado. Ese es el gran «lunar» en la formación transalpina; llevan demasiadas cosas grabadas, entiendo los efectos, pero no las líneas de sintetizador, aunque hay que reconocer que es una opción, por desgracia, cada vez más asentada en el panorama de las bandas de rock. Lo que sí hay que reconocer es que estamos hablando de una de las formaciones más importantes del denominado metal gótico a nivel mundial, con una buena legión de seguidores, lo que consiguió que la sevillana Sala Custom presentase un excelente aspecto en un gélido domingo 3 de diciembre que era la fecha elegida para esta segunda parte española de su nueva gira «Delirium» la cual les ha traído tanto a este rincón de Andalucía, como a Zaragoza y Murcia.
Pero antes del reclamo principal, aparecían por el escenario Sinheresy, que desde Italia, ofrecieron en su media hora de actuación un compendio de metal gótico basado en el último de sus tres discos titulado «Domino» y del que sorprendía la diferencia entre sus dos voces, la conocida por «Bella y Bestia», con una masculina más poderosa, aunque en este caso no gutural, y la femenina dulce y melódica. Nada nuevo, salvo el contraste físico entre el orondo Stefano Sain y la delgadísima Cecilia Petrini que sirvió de perfecto calentamiento a lo que llegaría después.
El segundo «aperitivo» era Cellar Darling, la nueva banda de Anna Murphy tras su separación de Eluveitie, junto al guitarrista Ivo Henzi y el batería Merlin Sutter. Para estos conciertos es de agradecer que trajesen un bajista en vez de traerlo grabado. En sus cuarenta y cinco minutos ofrecieron nueve canciones de su único trabajo «This is sound», que me pareció irregular con temas interesantes como «Challenge», «Fire, wind and earth» o el fabuloso «crescendo» final en «Rebels», donde comprobamos lo buenos intérpretes que son, y ese sonido folk metal que tan bien representaron en Eluveitie, aunque en su debe se notara un exceso de protagonismo de Anna Murphy tanto como vocalista como con la zanfona (o la flauta travesera). Al acabar vi una cosa en los puestos de venta de las bandas que me sorprendió, pues Lacuna Coil entregaba a los primeros cincuenta compradores un billete verde, a lo Willy Wonka, para conocerles en persona y que firmaran sus productos.
Poco después de las nueve aparecían sobre las tablas de la Custom los protagonistas de la noche, con un escenario que simulaba un sanatorio mental, con el quinteto ataviados con camisas de fuerza blancas y los rostros pintados simulando ser peligrosos enfermos mentales. Casi una hora y media de concierto, que comenzaba a ritmo de «Ultima ratio», una de las siete que interpretaron del «Delirium», junto a «Blood, tears and dust», «Downfall», el tema homónimo, «Ghost in the mist», «My demons» o el bis de cierre con «The house of shame» que demuestra que su último álbum es de lo mejor que han sacado en muchos años, con más de una canción para el recuerdo, junto a una visual e interesante puesta en escena con un Andrea Ferro y Cristina Scabbia, igual de compenetrados que siempre y sirviendo de excelentes maestros de ceremonias, incluso con un guiño al público al contar Ferro lo especial del directo al ser su fallecida abuela andaluza.
Respecto al resto de la formación, se encuentran en un extraordinario momento y el cambio de integrantes parece haber venido bien al grupo, con una excelente sección de cuerda, tanto de Diego Cavalotti a las seis y el imponente Marco Coti Zelatti a las cuatro que junto al eficaz batería Ryan Folden repasaron la trayectoria de Lacuna Coil, tanto los discos más recientes con canciones como «Spellbound», «Kill the light», «Trip the darkness», «Die and rise» o «Nothing stands of your way», con la que cerraron antes de los bises y que nos hicieron corear el estribillo de «We fear nothing», junto a una divertida, y gamberra, «Naughty Christmas», con un escenario con árbol de navidad iluminado y muñeco de nieve y arrojando copos sobre el respetable y sus clásicos de siempre, reconocibles en sus dos mejores discos, en mi opinión como «Karmacode» y su «Our truth» y la conocida versión del «Enjoy the silence» de Depeche Mode y «Comalies» con dos grandes éxitos «Swamped» y «Heaven´s a lie» que arroja como balance poder decir que es el mejor directo que he visto de los milaneses, con sonido perfecto que pueda perdonar los sintetizadores inexistentes y la voz de Scabbia con cierta ayuda desde la mesa, ya que en algún momento ella misma se hacía los coros. Aun así, buenas sensaciones.
Fotos: Óscar Amosa
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