Ahora que los ‘aussies’ Mammoth Mammoth están a punto de descargar su arsenal sónico por primera vez en nuestro país, debemos aprovechar la coyuntura y ofrecer una cojonuda ‘Oleada Stoner’ que celebra la número ’80’ ya en esta sección que tanto gusta y tanto seguís, reseñando y promocionando el último pelotazo cachondo y desenfrenado de estos cabrones de Melbourne, su nuevo disco de título Mount The Mountain (2017). He seguido a esta banda desde 2012 con aquel Vol III: Hell’s Likely, me cogieron bien cogido por las pelotas con Vol IV: Hammered Again (2015), lo flipé en colores con su E.P. Mammoth Bloody Mammoth (2016) y, como no pueden parar quietos los de Mickey Tucker (vocals) y Ben Couzens (guitar) ahora nos tienen preparada otra andanada sónica que va a destrozar tus sesos y a despertar tu sexo en tiempo récord…
Déjate ‘hechizar’ y ‘monta tooooda la montaña‘…
Iremos al grano, con estos tipos ¿no se puede ir de otra manera!, y es que su embrutecida fórmula de Hard Rock con Stoner es absolutamente demencial y adictiva a más no poder, siempre he confesado que son el cruce perfecto entre Nashville Pussy, Kyuss, Motörhead, Rose Tattoo y Black Sabbath, todo potencia, todo excesos, una tormenta desértica brutal de la que te será muy difícil escapar por su alto octanaje sexual y su tendencia a la locura más desenfrenada, no en vano ellos se autodefinen como: ‘más molones y espléndidos que las tetas del mismísimo DIOS’.
La escucha de un disco de los de Melbourne no es nada complicada, sólo tienes que saber lo que te vas a encontrar dentro así que, para los que sufren del corazón, los sensibleros/as y moralistas, los ‘snobs’ más intelectualoides, etc,… ya os advierto que…¡éste no es vuestro disco!, ¡largaos cagando leches! porque seréis pateados por explosivas bombas de relojería como «Spellboud» o «Kickin’ My Dog». Los Mammoth Mammoth no atienden a servidumbres ni a piadosas súplicas, o los amas o los odias y yo soy de los que los defendería con mis propios puños. Mount The Mountain suena como un puto cañón, un álbum lleno de historias sórdidas, extrañas relaciones, perdedores cabreados, sexo cerdo y mucho, muuuuucho alcohol aliñado con unas guitarras sangrantes, unos alaridos infectos por parte de Mr. Tucker y una base rítmica densa pero absolutamente intratable y virulenta que te hace desear coger el coche, subir el volumen del reproductor y perderte por esas carreteras del medio Oeste USA atronando con «Sleepwalker» (escuela Lem
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La banda se encuentra a muy pocos días de aterrizar su asalvajado directo en un tour que promete ser uno de los más insanos y desfasados de 2017 con seis fechas (se dejan injustamente el Levante con la legión de ‘die hard fans’ que tienen por la Ciudad de La Plana y Ciudad del Turia) que os apuntalo en cartel aquí abajo. Que no se diga que no os lo he advertido…
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