Última data del Outono Festival de la localidad de Santiago dedicado en su mayor parte a sonidos de influencia negra, si bien en este año la diversidad ha sido la nota dominante , y para el colofón dos propuestas radicalmente diferenciadas, por una parte SUGAR DADDY and THE CEREAL KILLERS, con su swing and r’n’b de antaño y por otro lado los americanos THE SUFFERS , con su soul moderno de amplias influencias étnicas
SUGAR DADDY and The Cereal Killers, demostraron que son una gran banda de viejo swing y r’n’b . Gran voz, y sobre todo excelentes músicos que llevan en volandas esas incursiones a los años cincuenta, si bien en mi caso, la parte del repertorio orientada al viejo r’n’b me ofreció mayor satisfacción por encontrar más fuerza en la interpretación. En todo caso esa maquina que es Sugar Daddy se mantiene bien engrasada con velocidad constante y cumple con creces con su objetivo de hacerte danzar.
THE SUFFERS o mejor dicho KAM FRANKLIN , no por que no exista grupo , sino por cuanto la voz de mezzo soprano de Kam arrasa con todo lo que encuentra a su paso; tal es su tesitura vocal que apabulla hasta el punto de que da igual quién este a su lado, quien toque o que suene … podría estar ella sola que daría casi igual. Enorme en formas vocales
La multibanda The Suffers ,( son 10 componentes,) esta conformada por músicos de distintas culturas ( hispana, afroamericana, sajona..) y ello se refleja en el sonido de la banda que no se circunscribe al soul clásico sureño de los de todos conocido, sino más bien al contrario, su estilo se perfila más a un sabor de calle de centros como Florida o New York dónde toda clase de ritmos se unen en rica mezcla de sabores. Además tampoco de The Suffers son una banda retro soul, ya que buena parte de su cancionero ( más acentuado en el directo ) tiende a recoger esencias de los 80 e incluso actuales ( por ponerles un ejemplo conocido a lo Alicia Keys ) por lo cual, la primera mitad de su actuación con los single Midtown, Peanuts por bandera, sirvió para centrarnos en este r’n’b multiracial , lleno de historías de barrio ( Do Whatever, The Beginning ) y sociales que Kam se encargo de poner en claro con sus parlamentos. Poco a poco y sobre todo al entrar en funcionamiento los temas con estribillo y melodías con garra, el concierto fue tomando el cuerpo demoledor; y es que uno ya no podía resistirse al ritmo afro de Stay con selectos toques latinos , ni a la inconmensurable y ardiente interpretación de la balada sureña de Giver , ni al recuerdo al soul de discoteca de What You Sad con ese recuerdo al Let The Music Play de Shannon tan 80’s o el desmadrado final con el rompepistas eterno que es el Shout de los Isley Brothers. Un genial final para un notable inicio y esa Kam, madre de dios ¡qué voz!…
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