Primera adapatación al cine de las exitosas novelas del noruego Jo Nesbo sobre el detective Harry Hole. Y para ello han tomado el séptimo título de la saga, nada menos que «El muñeco de nieve», que si tiene una buena taquilla seguro que veremos otras películas en años venideros. Y para mí es una alegría porque debo reconocer que adoro la novela policiaca escrita por autores del norte de Europa, y las de Nesbo y su Harry Hole, con su alcoholismo y desastrosa vida son recomendables, aunque sin llegar al talento de las del sueco Henning Mankell y su Kurt Wallander, precursos de todos ellos o el islandés Arnaldur Indridason y su Erlendur Sveinsson. Personajes que aparte de ser interesantes y bien definidos, detectives con grandes conflictos interiores, vida desastrosa dedicada al trabajo donde tienen un sexto sentido para indagar y descubrir los crímenes en zonas donde el frío y el paisaje se convierten en otro protagonista más. Por ello me parece un acierto haber situado la acción en Noruega, donde sucede todo entre las ciudades de Oslo y Bergen y así podemos experimentar el frío, la nieve y la desolación que ofrece la naturaleza con amplias zonas despobladas donde el asesino puede quedar impune de sus macabras fechorías. El problema reside en la frialdad de la propia cinta, que en las más de dos horas no parece despegar en ningún momento, merced a un guion que no termina de trasladar bien en imágenes la novela de Nesbo, unido al habitual «tempo» pausado de su director Tomas Alfredson, que en «Déjame entrar» y «El topo» funcionaba bien pero que aquí no termina de convencer, limitándose a ser un psico thriller convencional con una estupenda fotografía. Y es una pena, pues da la impresión de que podría dar para más la historia pues tiene algunos momentos de brillantez pero en este caso la forma supera al fondo pero sin demasiadas estridencias, lo cual decepciona siendo autor Hossein Amini, responsable de «Drive», otro filme con pausa y lentitud en su puesta en escena.
Lo que si funciona es el capítulo actoral, encabezado por un Michael Fassbender que sigue demostrando ser el mejor actor de su generación y que vuelve a conseguir otra interpretación memorable que se come a cualquiera que tenga a su lado para desgracia de su compañera Rebeca Ferguson eclipsada ante el talento del británico. Bien los secundarios con unos cuantos destacados del cine independiente como Charlotte Gainsborough, Chloe Sevigny, J.K. Simmons o la otrora estrella Val Kilmer, hoy muy envejecido dan prestancia a la producción, como sucede con los técnicos en un rodaje que imagino ha debido ser complicado por las circunstancias metereólogicas.
La idea de la existencia del mal se plantea en el largometraje como sucede en los libros de Nesbo es interesante. El mal intrínseco, gente que parece llevarlo dentro desde pequeños sea por nacimiento o por algún hecho traumático y que no tiene solución posible. Tipos que bajo una fachada de rectitud esconde lo peor del ser humano. Hannah Arendt hablaba de la «banalidad del mal», aquí es lo contrario pues el asesino es un psicópata narcisista que quiere dejar claro su inteligencia, su falta de empatía, mostrando todo un catálogo de atrocidades, en la linea del John Doe de «Seven» o de Hannibal Lecter. La pena es que no llegue a esos extremos cinematográficos, ni siquiera a conseguir más que un aprobado cuando había mimbres para lograr una notable película aunque se atisben destellos del enorme talento que atesora Tomas Alfredson y aunque su cinta es fallida es algunos aspectos es un buen intento de revitalizar la puesta en escena del género policíaco.
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