Cuando recurro a mis viejos discos de hard rock melódico (o que cada cual el ponga la etiqueta que le de la gana), «Excess all areas» de Shy es de los que suena con bastante presencia. Es uno de esos discos, que si tuvieses que explicar a alguien de que va esta historia, se convertiría en el manual perfecto, el la prueba palpable. Sin lugar a dudas, Tony Mills es uno de los grandes culpables de esa obra, porque el poderío vocal de este tipo le coloca sin lugar a dudas ni discusiones entre las grandes voces del género. Ahora después de algunos problemas personales relacionado con la salud (¿quizás de ahí el título del disco?) y rodeado de un magnífico plantel de colaboradores, nos pone frente a los oídos un nuevo disco, para que disfrutemos, y perdonad que me repita, de una de las voces fundamentales del rock melódico. ¿Que vamos a encontrar en este disco?. Melodía, melodía y más melodía, unas canciones perfectamente milimetradas para que no se intuya ningún exceso (no en vano, detrás de la masterización de este disco está Harry Hess, que de esto sabe un rato largo) y dejarse llevar sin miedo, sin pausa.
Teniendo en cuenta, a pesar del fabuloso estado de forma del rock melódico en lo que se refiere a lanzamientos (de calidad tendríamos que abrir un punto y aparte, porque a veces la apatía y la frialdad se apodera de demasiados discos del estilo, cortados por un mismo patrón) que sin lugar a dudas, conseguir las ventas de antaño es algo que a nadie se le pasa por la cabeza, este «Streets of chance» de Tony Mills es una auténtica maravilla, que desgraciadamente quedará posiblemente (y ojalá me equivoque) al alcance de unos pocos afortunados. El disco se abre de manera impresionante con «Scars» y esos teclados, protagonistas omnipresentes durante todo el disco, y por encima de todo la voz de Mills que no deja lugar a la duda y te invita a rendirte a las primeras sin apenas presentar resistencia. Escucha ese estribillo y luego me cuentas. Lo mismo se puede decir de «When the lights go down» en la que las guitarras recuperan algo de protagonismo, pero el actor principal es el inmenso vocalista. «Legacy» posee ese tipo de estribillos que a mi personalmente me encantan, rebosantes de melodía. Si en algo sobresale de manera brutal Mills es en los medio tiempos, y sin lugar a dudas «Battleground» es prueba palpable de ello.
«Dream on» se desliza gracias a esa guitarra por terrenos propios del a.o.r. de los 80, un estribillo perfectamente construido, un gusto excepcional durante toda la canción. Con «Weighing me down» aflora un poco más la potencia, dentro del contexto del disco, evidentemente, mayor protagonismo de la batería y melodía a raudales en el estribillo. Y esa fuerza se hace más evidente aún en «When we were young» donde la fuerza y la magia de los teclados consiguen una simbiosis enorme. «The art of letting go» es otra buena canción de a.o.r., sacado de los mejores manuales del género. «Seventh wonder» es poseedora de un riff de infarto, poniendo punto final a un muy buen disco que ningún fan del hard melódico debería dejar pasar.
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