Me siento honrado y orgulloso de pertenecer a la tierra que me vio nacer y eso que estáis ante un tipo que piensa que las banderas para lo único que tienen utilidad es para taparte un día que refresque o como mucho secarte las manos. Aún así, alejado mentalmente de nacionalismos rancios y de proclamas excluyentes, no te puedo explicar mi relación de amor con el sur del sur, si aunque no seas creyente no has elevado una oración y encomendando tu alma al dios Momo y a una piriñaca de caballas caleteras mientras has oteado el horizonte buscando el non plus ultra en la playa de La Caleta. Y en esa pasión por este sur de lágrimas y sufrimiento, de lucha diaria contra los tópicos a base de lamentos y dolores de espalda, de vergüenzas ante una mantilla y una espiritualidad mal entendida, de rabia con el blues de los gitanos, de Camarón y La Paquera, de coplas para matar las penas en las noches de febrero. Hablo de arraigo y emociones, de puestas de sol castigadas por el viento de levante, de orgullo asomado a la Bahía, pero también de jamás volver la cara a lo que viene más allá del poniente.
¡Cuanto le debemos a la Glorieta de los Lotos, donde nos enseñaron a unir el sur y el norte, y no perder la compostura!. !Que bien aprendimos aquella bendita lección que hemos ido aplicando a través de los años!. Y el sur del sur se ha convertido en ejemplo a seguir, hogar de una serie de bandas que merecen por calidad y cantidad, clavar la pica en cada Flandes rockero de la geografía de un país que debería resistirse a dejar diluirse el rock. Podría confeccionar una lista de grupos que tienen capacidad para abrir bocas y que están consiguiendo el efecto deseado, y a esa lista, quiero añadir a un grupo del que me reconozco fan irredento desde su anterior ep y desde que pude disfrutar de su directo, me refiero a Last Drop, que al fin, ponen en circulación su primer larga duración, «La gravedad».
Lo suyo es el rock directo de guitarras afiladas, con aires contenidos que soplaban en los 90. Abren el disco con «Hormigas» y ese riff muy hard que suma potencia ante la melodía de voz. «11» es una vieja conocida y ese riff inicial es de los que te hace tirar hacia arriba, fuerza calibrada, directo, urbano. «Sed» posee un ritmo vertiginoso, fruto de ese choque guitarra/batería, junto a un estribillo que se adentra en terrenos propios del stoner. Siguen haciéndonos disfrutar con «Hacia la perdición» y ese ritmo arrastrado, junto a una muy buena línea vocal. Me gusta y mucho «Despierta», ese estribillo se te queda pegado y no puedes dejar de repetirlo mientras te pierdes a gusto en su riff. «Savia» comienza con unas guitarras que dominan el ambiente, y te llevan al mejor tiempo de los duelos guitarreros, apoyado por un estribillo contundente en el que riff y batería llevan todo el peso.
A «Cordura» le imprime muchísimo ritmo ese riff, de sonidos arrastrados, pesados, volviendo a reclamar herencias de músicas desérticas. Batería contundente, marcando ritmo y preponderancia de platos da salida a «No habrá paz», de tiempo rockero. Misma fórmula ganadora para «Ensayo y error», musicalmente muy potente, marcada, y melodía en la voz. «Sin tregua» es una vieja conocida y de las que gustan a rabiar, cañonazo para el directo y es que musicalmente es una canción que me vuelve loco, el lucha interna que muestran estos músicos con sus instrumentos. Momentos psicodélicos para «Entropía» que se va colando con esa calma milimetrada y nos planta ante la cara la canción que cierra el disco y a la vez le da nombre, como compañera perfecta, como simbiosis fundida de ambas. Gran disco el que se han marcado Last Drop, banda en la que creo desde la primera vez que escuche sus canciones y que lo sigo haciendo, más fuerte aún con este disco.
0 comentarios