Ando en una época de mi vida en la que me importa bien poco lo que los demás puedan pensar de mi, y mira que siempre me ha importado no más de lo necesario, pero según cumplo años voy perdiendo complejos a paso acelerado. Visto como quiero, ando y hablo con quien me da la gana, me la suda los cánones de calidad, sean lo que sean, signifiquen lo que signifiquen, por mis oídos y mi vista, hacen parada obligatoria lo que pienso que deben de hacerlo. Es esa sensación, no de estar de vuelta de nada, que soy de los que piensa que mientras hay vida, queda camino por recorrer, emociones por encontrar, sensaciones que disfrutar, situaciones con las que sorprenderte, solo que las canas, los golpes y los éxitos y fracasos, cuando sea que hayan llegado cada uno, sin orden establecido, me dejan claro que el camino que ando es el señalado por mi instinto, y si me equivoco, ya aprenderé la lección mientras salgo del socavón. Lecciones de vida las justas como diría aquel, que ya me encargo yo de ir aprendiendo como mejor pueda.
Y esa sensación también la tengo cuando escucho a bandas como Thunder, que inexplicablemente no están llenando grandes estadios, pero que escuchando sus discos, disfrutando de ellos porque estos tipos solo sacan maravillas, te da la sensación de que han llegado a un momento en el que su máxima ambición es disfrutar y de camino, hacernos la vida mejor a sus fieles, aquellos que los descubrimos con aquella sinfonía del callejón, o los que se han ido incorporando a lo largo de los años, al credo elegante y mágico de estos británicos. «Rit it up» es su nuevo disco, y ya me ahorro texto, os digo directamente que es otra puta maravilla, otra lección en forma de canciones que se te meten en el alma, que te hacen sentirte orgulloso de contra corriente seguir respirando a grandes bocanadas esta locura llamada rock and roll.
Creo que todos sabemos que Danny Bowes, Luke Morley, Ben Mateo, Chris Childs y “Harry” James son grandes músicos, y que además este verano van a estar en el Azkena, para mayor gloria de sus asistentes y pena infinita de los que como yo, nos tenemos que perder este año la cita. Abren el disco con «No one gets out alive», y esas guitarras saben a gloria, la voz de Bowes sigue siendo marca de la casa, ese aroma a rock británico del que presumen con justicia. La canción que da nombre al disco, posee un ritmo fuerte, hipnótico, mostrando su faceta más hard rockera, que seguro que les funciona muy bien en directo. Me encanta «She likes the cocaine», ese rollo a los primeros Gun, esa letra canalla, una entrada al estribillo magnífica. «Right from the start» es la balada, lucimiento de Bowes para emocionarnos.
«Shakedown» presume de groove, incluso de cierto aroma sureño, la canción como más postura americana de los británicos. «Heartbreak hurricane» es otra de mis favoritas del disco, elegante ya de por si, esa suavidad implícita que a la vez entraña fortaleza. «In another life» te atrapa con esa guitarra, esa forma de ofrecerte calidad a raudales, de poner sentimientos sobre la mesa. «The chosen one» es puro rock, sin artificios, inventos, complejos ni luchas internas, guitarras y melodías, fuerza y pasión. Y para rock and roll el que nos ponen en bandeja con «The enemy inside». Ese inicio a lo Who te hace saltar cuando suena «Tumbling down», un ejercicio del mejor rock british de toda la vida. Se acaba por desgracia con «There’s always a loser», porque podíamos seguir escuchando canciones de Thunder hasta el final de los tiempos. Adoro a estos tipos, imagino que se habrá notado.
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