a href=»https://rockthebestmusic.com/wp-content/uploads/2016/10/miles-nielsen-rusted-hearts-heavy-metal-premiere-album-20160204.jpg»>Cuenta el refrán que «De casta le viene al galgo», y aunque sabio, el refranero no siempre pone el dedo en la llaga, no nos llevemos a engaño. Ni Paquirrín, los hijos de Julio Iglesias o la sobrina de la Jurado, por mucho empuje mediático que puedan tener, y mucho adulador a su lado, dándoles continuamente aire fresco con la palmera del baboseo más ignorante, han conseguido heredar ápice del talento sanguineo que se les podría presumir. No nos llevemos a engaño. Coño, hay quien si, quien consigue mantener viva esa llama en forma de genio heredada en casa, o tal vez no, porque el talento es algo natural, que nace y vive en la persona, y que factores externos, solo lo ayudan a desarrollarse de la forma y manera correctas. Vete a saber. Lo mismo el error, es intentar acaparar el público paterno (o familiar) a base de imitar unas formas, de buscar la comparación, cuando de todos es bien sabidos que estas son más bien odiosas. Me repito, vete tu a saber.
El caso es que Miles Nielsen, vástago de Rick Nielsen, ha seguido los caminos de su padre en cuanto a elegir la senda de la música como meta en la vida, pero no ha acaparado la personalidad musical de su progenitor. El bueno de Miles ha optado por tomar su propio camino, y no convertir en un intento de continuación de Cheap Trick, ni siquiera en intenciones. Lo suyo son tonalidades más acústicas, donde la electricidad hace aparición en algún destello de acompañamiento, pero basado en cantidad de melodías, susurros pop e incluso caricias de historias más cercanas a gente como The Jayhawks, para completar un disco, cuyo parecido con su título, es mera coincidencia. Nielsen no es un vocalista excelso, ni falta que le hace, porque es capaz de aportar la suficiente personalidad en todas y cada una de sus canciones. Hay aparición paterna en «Sarah», y un comedido y bonito dueto con Coraline Townie en «tongue tied», y en alguna más.
Ecos Beatles se suceden una y otra vez, diseminados por las canciones, como forma incipiente de confirmar una influencia que siempre parece estar ahí. Un disco que no te llevará por la autopista de la adrenalina, porque no está concebido para ello, ni te dará de frente con ese power pop guitarrero y vibrante que puedes pensar en cuanto vez el apellido y el parentesco. Este «Heavy metal» es otra cosa, y seguro que lo disfrutas de manera brutal, con un buen libro y un café bien cargado mientras llueve en una oscura tarde de este otoño que se niega a salir de su madriguera.
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