El chino Zhang Yimou es uno de mis directores favoritos. No es que su carrera no esté exenta de algún patinazo, pero en su filmografía se encuentran algunas de las películas que más me han emocionado en las últimas décadas. Ahí están prodigios como Vivir!, El camino a casa o Amor bajo el espino blanco, por citar únicamente tres.
Con Regreso a casa Yimou vuelve a su mejor cine, esos dramas familiares rebosantes de sentimientos. Nada de grandes batallas ni miles de soldados saltando por los aires, el mejor cine del chino es el cine que trata de personas. Una vez más ubica su film en la compleja etapa de la Revolución cultural de Mao, episodio negro de la reciente historia china que Yimou aborda de forma magistral. No olvidemos que el régimen comunista chino sigue vigente y que la libertad de expresión es solo un sueño en aquel país. No sería la primera vez que un film de Yimou ha sido vetado en su país. Sin embargo, una vez más Yimou se burla de la censura comunista de la mejor manera posible, usando la inteligencia. Ya se sabe que la necesidad agudiza el ingenio. Yimou muestra con exquisita sensibilidad y buen gusto las terribles consecuencias de las purgas llevadas a cabo durante la revolución cultural. No carga directamente las tintas contra un sistema al que todavía necesita para poder producir su cine pero sí que deja entrever una crítica al sistema. Por decirlo de otra manera, Yimou muerde la mano que le da de comer pero tan sutilmente que no se nota. No hay buenos ni malos ni se acusa a nadie. Yimou no parece abogar por ajustar cuentas (algo del todo imposible) pero sí por curar heridas en un país al que todavía le queda mucho trecho por recorrer. Pero no estamos ante un film político o propagandístico, estamos ante la historia de una familia devastada por la revolución cultural. Algo que Yimou ya trató magistralmente en El camino a casa.
Más allá de las implicaciones políticas, el film es un drama de tres personajes y su intento de recuperar el tiempo perdido. Algo que es imposible y que resulta todavía más doloroso cuando cualquier huella del pasado se ha desvanecido. De nada sirve anclarse en el pasado ni intentar recordar el ayer. La pareja de protagonistas se nos antojan como esos millones de chinos que vieron su vida en común truncada y que muchos años después intentaron recuperar lo poco que les quedaba. Sin embargo, la falta de la memoria hará imposible la reunión real de la pareja, por mucho que se reencuentren. Ciertos momentos del film son de una gran delicadeza e intensidad, la escena del piano me pareció ciertamente sublime. Yimou es un maestro de las miradas y los silencios. No hay grandes diálogos para expresar sentimientos, los actores lo dicen todo con su expresión corporal. Cabe destacar el gran trabajo actoral de la pareja protagonista y, en especial, de Gong Li. La gran dama de la interpretación asiática se reencuentra con Yimou casi 10 años después de La maldición de la flor dorada y nos ofrece una de sus mejores interpretaciones. Gong Li ha madurado, ya no es la muchacha de Sorgo Rojo (1987) o La linterna roja (1991). El tiempo pasa para todos y ahora interpreta convincentemente a una mujer mayor y enferma. Tampoco el personaje de la hija está exento de matices, criada en pleno comunismo, inicialmente confía más en el Partido que en un padre al que casi no conoció. Yimou parece decirnos que la familia está por encima de cualquier idea política. Como veis, este drama aparentemente simple tiene múltiples lecturas.
A pesar de estar enmarcada en un entorno muy concreto, la filmografía de Yimou es universal. Regreso a casa no es una excepción y el drama que presenta es fácilmente exportable a cualquier país y cultura. Recomendable.
La vi hace años en el festival de cine de Valladolid, Seminci, y me estremeció mucho. Me encanta como relata la historia.
Un saludo.
Pues yo la tengo pendiente de ver, justo por lo que comentas ahí. Yo era muy fan del Yimou de Sorgo rojo, La linterna roja (la peli que me lo descubrió), Vivir, Ni uno menos o El camino a casa, auténticas maravillas que, como tu bien comentas, se centran en las personas, a la vez que reparte palos a diestro y siniestro sin que casi nos demos cuenta.
Cuando se puso en plan superproducción (Hero, La casa de las dagas voladoras, La maldición de la flor dorada…) dejó de interesarme, así que me alegro mucho que vuelva a hacer lo que tanto me gustaba.