Más de veinte años han tenido que pasar para que Plant haya vuelto a pisar Barcelona. Veinte años desde que vino acompañado de Page en esa especie de reunión rara que montaron los dos y en la que olvidaron el teléfono de Jones, en otro de los habituales errores de ambos tras dar carpetazo a Led Zeppelin tras la muerte de Bonzo. Hablar de las erráticas carreras en solitario de los dos pesos pesados del añorado dirigible daría para mucho, pero ahora nos sirve para acercarnos al Plant que estos días se ha adentrado, ahora sí, no como hace un par de años que todo acabó en nada, por tierras españolas.
Robert Plant lleva ya años liberado del corsé de frontmant de Led Zeppelin, y ya en la mítica reunión de 2007 fue al que se le vio menos entusiasmado de todos a la hora de volver a desengrasar, aunque sólo fuera por algo más de un par de horas, la maquinaria de Led Zeppelin para volver a surcarla por el cielo londinense. Sí, a Plant, cosa que no ocurre con Jimmy Page, la marca del grupo le pesa como una losa, aunque, como tío inteligente que es, sabe que pasará a la historia como el cantante de uno de los grupos más legendarios de la historia del rock, y que los que ayer nos congregamos en el Parc del Forúm de Barcelona, como los que hoy se van a congregar en Bilbao, o los que van a ir a verlo en las demás ciudades que van acoger su paso por estas tierras, por mucho que con sus Sensational Space Shifters en el 2004 manufacturan con el Lullaby and… The Ceaseless Roar, un más que notable disco, tal como también fue el que Robert Plant firmase con el Band of Joy del 2010 un porcentaje muy alto de los mismos van a ver al que en su día fuese la imagen y voz de Led Zeppelin, por eso en la pócima que tiene preparada varios son los ingredientes que llevan el nombre del grupo que lo lanzó al estrellato.
Y es aquí, algo que ya se sabe,vcuando el respetable espera encontrarse al viejo Plant atacando, todo hay que decirlo, cada vez menos, algunos de los hits del grupo, cuando encontramos a faltar que a su lado no esté Jimmy y Jones. Y es que, si ya en el O2 Arena en el 2007, por mucho que el concierto se haya catalogado de legendario, ya vimos a un grupo que, bajo un set conservador, sin grandes riesgos, había bajado considerablemente las endiabladas revoluciones de los conciertos de los 70, ahora, Plant, junto a sus actuales compañeros se dedica a revisionar esos hits y adaptarlos al modo actual de los Shifters, por eso las iniciales «The Lemon Song» y «Black Dog» se quedan bastante lejos de lo que todos esperamos. Eso sí, Plant, a sus ya casi 70 primaveras, sigue teniendo esa voz prodigiosa que, a la que evidentemente se le nota el paso del tiempo, sigue llenando cualquier recinto, y a la que le sienta de mil maravillas adentrarse en el set de sus recientes temas de sus dos últimos trabajos, y es que junto a esa bestialidad llamada «Going to California», tercer tema perteneciente al IV de Zeppelin que ayer sonaron en el Cruilla, tanto» «Rainbow» como «Little Maggie» fueron esos momentos en los que ante nosotros se nos presentó con toda su desnudez el que en su momento fue uno de los dioses dorados de rock. Tres grandes momentos a los que hay que sumar, pero eso es también jugar a caballo ganador, a «Babe I’m gonna leave you». De la misma manera que nada mejor, tras el habitual medley en la que aparece «Whole Lotta Love», que terminar la ceremonia con «Rock and Roll», que si bien se encarga de hacer las delicias del respetable, a más de uno no hace otra cosa que pensar que, aunque fuera por una última vez, y a modo de gira de despedida, que grande sería volver a ver a los tres más uno (jason) juntos de nuevo en un escenario.
Ayer Plant en Barcelona, de la misma manera que hoy lo hará en Bilbao, y en el resto de plazas en las que va a torear esta semana, salió por la puerta grande, y es que el recuerdo de Led Zeppelin sigue ahí en lo más alto.
Waoo, el mejor concierto aun hacia falta jimi, saludos desde Lima.