Divagando cerveza en mano y leyendo y escuchando al personal, comienza uno a pensar, que puede que el negocio musical se vaya a la mierda, que todo lo que lo rodea vaya dando tumbos en una vorágine de depravación y perdida de identidad preocupante. Que la gente de la espalda a lo que no esté socialmente establecido dentro del rock, y yo que sé cuantas historias más para no dormir. Pero el rock no muere, porque aún hay gente dispuesta, a pesar de los pesares, a subirse a un escenario, a darlo todo por el puto rock and roll, aunque sea por la cara, sin recibir casi nada a cambio. Gente nueva que se enfunda una guitarra al hombro, luchadores natos, que llevan años sin tirar la toalla, sin dejar que silencien su canción. Entre estos últimos, héroes de escenarios en cada ciudad, de ritmos como profesión de fe, se encuentran los murcianos Fanáticos, al pie del cañón desde cuando casi nos falla ya la memoria, y ahí siguen, sin parar de tocar, fieles a su rock and roll, herederos de Burning, los Stones y tantos otros que nos hacen bailar, disfrutar, sudar y sonreír, a pesar de los reveses de la vida, como celebración de los buenos momentos.
Después de su último y fantástico disco, «Malos hábitos», vuelven a la carga con cinco canciones, que llenan de rock and roll cantado en castellano, este buenísimo «Cantos de sirena», con el que es, más que difícil, dejar de mover los pies, mientras te cuentan sus historias canallas, llenas de noches y luces de neón. Riff inconfundible, viejo rock and roll, para dejarnos en bandeja una movido «¿Quién se lo llevo?», donde reivindican una forma de ser. Me gusta mucho «Cada vez», esas guitarras y la melodía chulesca de este magnífico medio tiempo, que podría sonar igual de bien en Murcia o en la Elipa. «Viejo tren» engancha a la primera, con un estribillo que no deja indiferente, y de nuevo, esa forma de cantar, que recuerda a los grandes tiempos del rock de este país.
«Extraño en mi ciudad» pisa el acelerador, con una batería marcada y unas guitarras poderosas y ese teclado que se cuela por ahí y te vuelve loco. Esto se acaba pronto, demasiado, al menos lo hace con esas guitarras deudoras del blues que dan entrada a ese pedazo de rock and roll que es «Incoherencias», que huele y suena a garito lleno de humo y alcohol, aunque ellos canten que no les quedan letras de amor, estoy seguro, que siguen teniendo un baúl bien lleno para cantarle al rock and roll. Lástima que solo sean cinco canciones, porque Fanáticos siguen con la mecha ardiendo y las ganas afiladas. Enfría las cervezas, que ya está aquí el fin de semana, y no debe ni puede faltar rock and roll. La banda ya la tienes, el alcohol y la compañía, corre de tu parte.
0 comentarios