Fue una mala noticia cuando Atlas decidieron parar esta historia, después de un muy buen par de discos, pero ya sabemos como funcionan aquí las cosas, lo complicado que es seguir de frente, incluso, cuando se posee la calidad que atesoran estos veteranos músicos. En tiempos en los que se antoja necesario, volver a reivindicar el hard rock, ese que nos conquistó sin remisión, bandas como Atlas, tienen y deben de estar al pie del cañón, más aún, cuando son capaces de facturar un disco como este «Nuevos tiempos, viejas costumbres», donde se reunen todas esas influencias hard rockeras, que les dan alas, a ellos a nosotros, a viejas generaciones, y deberían también de hacerlo con las nuevas. Los hermanos Arias, Ignacio Prieto y José Martos, músicos curtidos en mil batallas, con una serie de discos a sus espaldas, en diferentes historias, que nos hicieron (y lo siguen haciendo), disfrutar, han conseguido dar en la clave.
Hard rock, sin concesiones, como si nos hiciera falta que las hubiese. Y el disco se abre con ese sabor añejo en las guitarras de «Esperaré», pleno de melodía y un grandísimo estribillo. En «Cosa de valientes», sacan partido a sus virtudes, con un estribillo pegadizo, unas guitarras poderosas y mucha melodía. Ecos blues nos encontramos en «Culpable», un preciso medio tiempo, en el que la voz de Ignacio se convierte en gran protagonista. «Vete al infierno», cuenta con unos teclados maravillosos de Miguel Angel Collado y ese sonido de hard rock clásico. «Gritaremos no» se encamina hacia el hard rock de corte americano de los 80, con ese inicio a lo Cinderella y una letra que apunta con el dedo hacia ¿nuestros? políticos. Grandes guitarras de nuevo para «Un sueño cumplido», algún recuerdo a lo DL Roth en ese grito de Ignacio, una letra con la que cualquiera nos sentimos identificado, y un sentido homenaje al final a Barón Rojo en forma de riff.
«Llueva o salga el sol», tira de acústicas para presentarnos un intimista medio tiempo, con una letra que te invita a no rendirte. «Mil y un pedazos», cuenta con un marcado riff de corte clásico, siguiendo las pautas de ese hard rock pleno de fuerza y melodía. Vuelta al hard de toques de mediado de los ochenta, con la buenísima «Fuera de mi». Tampoco se queda atrás, «No se permite prohibir», guitarras, melodía, coros, fantástico. Para terminar el disco, la potente «Somos una misma voz», cuyo riff inicial me recuerdo muchísimo a Michael Schenker, construyendo una de esas canciones himnos que seguro que no falta en directo. Un gran disco el de Atlas, que no quiere perder comba en el buen momento que vive el hard rock de este país. Y Atlas, sin duda, está entre sus mejores representantes.
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