Sábado, doce de la mañana. Una desapacible mañana nublada en la capital murciana con un cielo que, de un momento a otro, amenazaba lluvia, le confería a ésta un tono ocre. Parecía, en algunos aspectos, fantasmal, como sacada de algún relato de Poe. La mañana del sábado en el festival SOS 4.8 comenzó con los Aperitivos que, a tal efecto, la organización del festival llevó a cabo: una serie de conciertos gratuitos junto con otras actividades con el objetivo de acercar éste a todo el mundo. Una idea estupenda. Los primeros en tocar fueron los murcianos The Meatpies, una banda compuesta por cuatro jóvenes muchachos que prometen bastante; su tirón entre el público es incuestionable.
El cuarteto formado por Bruno Laencina –voz y bajo-, Pedro Hernández –voz, teclado, violonchelo-, Álvaro Sánchez –voz, batería-, Juan Pedro Jiménez –voz, armónica y guitarra-, Jaime Leiva –voz y guitarra solista- aprovechó la oportunidad que el festival les ofreció para poder exhibir todo el repertorio de su primer trabajo como Ready For You. Si en la actuación de Soléa Morente hablamos de la dificultad de tocar a las cuatro y cuarto de la tarde, lo mismo se puede predicar de las doce de la mañana y de los murcianos: una hora en la que el público aún no se encuentra plenamente metido en lo que es el concepto del festival, sin embargo, ellos supieron hacer de las doce de la mañana una efeméride, y con unas canciones que recuerdan a The Beatles –referencia obligada para los murcianos-, The Kinks, Small Faces, The Rolling Stones o The Black Crowes, sedujeron tanto al público como al cronista. Nada que objetar.
Kiko Veneno era el nombre que todos los asistentes a los ‘Aperitivos’ esperaban con ansia. ¿Cuál fue el resultado? Un absoluto desastre. Un concierto acústico que el catalán tenía perfectamente ideado para que el público entrarse en calor y que tuvo que abandonar a los quince minutos, cuando sólo llevaba cinco temas interpretados, por las pruebas de sonido que en el escenario principal para el concierto de Amaral por la noche. Mucho se ha hablado de esta incuria por parte de la organización; muchas han sido las quejas vertidas tanto por público como por prensa especializada: había dos hermosas horas que se podrían haber aprovechado para la puesta a punto del dúo zaragozano que no se tuvieron en cuenta. Un fallo grave puesto que el recital del de Gerona estaba siendo plácido e interesante y el público lo acogió con complacencia.
Es curioso lo que sucede con The Purple Elephants en Murcia: o los amas o no los amas. Conozco pocos grupos o artistas en la Región que, a día de hoy, sean capaces de polarizar tanto a la opinión pública como ellos. Se presentaron en el escenario Jägermeister para presentar, una vez más, su primer álbum: Danza Funeral. En el conjunto formado por Jorge Bayle– voz-, Tommy Roch –teclado-, Alejandro Jiménez –guitarra- hay música y sí: mucha pose. Y para nada servidor lo dice de forma peyorativa, sino todo lo contrario. En este país hay mucho prejuicio cuando una formación decide tomar elementos visuales y estéticos del Rock anglosajón. ¿Qué tienen cierta impostura? Es cierto. Pero ¿acaso no es Rock eso, también? Éste se alimenta de la mitología de sus héroes y ellos lo saben. Los temas, en cuanto a ejecución, nada que objetar: son buenos músicos y si mantienen los pies en el suelo, pueden futuro. Aunque servidor considere que la banda sonaba mucho mejor y más creíble cuando cantaban en inglés, el castellano no supone esa bajada cualitativa que muchos consideran. Tienen gancho y un muy buen sonido que recuerda a los Doors de The Waiting For The Sun y o a los Stones de Their Satanic Majesties Request. ¿Lo malo? Tienen que ofrecer mucho más en directo. En algunos momentos, se ajustan demasiado a lo ofrecido en su álbum. Margen de mejora, sin duda.
Amaral fueron los grandes triunfadores de la noche del sábado. Su presencia en el festival suscitó suspicacias y una algarada absolutamente innecesaria. La intención de la organización de traer a una banda mucho más incardinada en el Pop convencional que en el Indie, a servidor le pareció brillante. Eva Amaral sabe que no va a fallar, te puede gustar o no su música, pero en éste barrió a la gran mayoría de bandas. ¿Facilones? Por supuesto. ¿Comerciales? Sí. ¿Y? Alarde de profesionalidad, también. Y un set-list incuestionable. Como estado de forma de Eva y sus músicos que, con sobriedad, engrandecían su figura en el escenario conforme pasaban los minutos. Canciones de su nuevo álbum como Unas veces se gana y otras se pierde, precedida por ese sensacional tema que es All Tomorrow Parties de la Velvet Underground y que ellos usaron a modo de intro, Nocturnal o Lo que nos mantiene unidos, alcanzaron su plenitud de la mano de los grandes clásicos como, por ejemplo, Como hablar –con el espíritu del gran Antonio Vega recorriendo el escenario principal del festival-, El universo sobre mí o Sin ti no soy nada hicieron que, gran parte del público –maduro, en su mayoría-, se sintiera reconfortada por la cristalina voz de la aragonesa y el siempre sobrio trabajo de Juan a la guitarra. El de Amaral fue una lección de estilo y talento.
No podemos decir lo mismo de The Libertines. Con el conjunto británico sucede lo mismo que con todas las bandas que, entre finales de los noventa y principios del nuevo milenio, atesoraban la etiqueta de ser el próximo “The Next Big Thing”. El Hard Rock lo experimentó con Buckcherry o los Backyard Babies, e Inglaterra con ellos. La primera mitad del concierto fue un concierto bueno, lineal, sin salirse del guión. Las canciones escogidas, tampoco invitaban a la sorpresa, puesto que sólo tienen tres álbumes; sin embargo, cuando empezaron a dar rienda suelta a su ‘creatividad’, empezaron a desbarrar. Desarrollaron toda una serie de tópicos sobre el lugar en el que estaban innecesarios y que a muchos nos pareció una película de Berlanga protagonizada por Paco Martínez Soria.. En el parón que llevaron a cabo para drogarse, se les olvidaron las letras de las canciones y, además, se les notaba que, apenas tenían ganas de tocar; que usaran a su batería, Gary Powell, como maestro de ceremonias y soltar “olés”, mientras ellos se quedaban en un segundo plano, mostró desidia. Alguien podrá decir que esto es Punk o es Rock: el Punk o el Rock no está reñido con la profesionalidad. The Libertines enseñó en directo lo peligroso que es elevar al cielo a formaciones que no han empatado con nadie, como es el caso de Pete Doherty y Carl Barat. Se les tuvo que cortar el sonido porque sobrepasaron el tiempo estipulado y salieron cabreados, golpeando sus instrumentos. Demasiado ego para tan poca música.
Tras los conciertos de Second –como siempre, una puesta en escena magnífica y un público entregado, deseoso de ver a la banda murciana con mayor tirón a nivel nacional junto con M-Clan– y Of Montreal –una formación con un buen repertorio de música Electrónica que, al igual que sucedió con Chrvches, era la excusa perfecta para darle `alegría’ al cuerpo y cuyo líder, Kevin Barnes, fue de menos a más, rubricando un buen concierto-, era tiempo de descansar y ver a los prometedores Los Bengala. No es España, actualmente, el lugar a ideal para el Garage, pero la propuesta del conjunto maño fue de lo mejor del festival.
Obscenos, excesivos, desenfadados, cafres… El dúo formado por Guillermo Sinnerman y Borja Téllez conquistó el escenario Jägermeister. A las dos y media de la madrugada arrasaron como Atila en Asia Central. Energía, diversión, suciedad… Si Toundra pusieron el Metal, The Libertines el Rock n Roll británico, Churvches a los Modern Talking, Los Bengala nos mostraron lo maravilloso que es encontrarse a músicos que reniegan de cualquier tipo de academicismo para poder centrarse en la suciedad y energía de The Sonics o The Cynics: inapelables desde el primer minuto. Y así fue la jornada del sábado del SOS.4.8; el domingo aún había propuestas, pero el grueso del festival lo ocupaban viernes y sábado. El festival murciano cerró otra edición en la que ofrecieron a tres cabezas de cartel de reconocido prestigio y a varias bandas llamadas a copar portadas en los medios de música Pop, Electrónica e Indie. Pocos se manejan con su presupuesto mejor que ellos. Y el año que viene, por derecho propio, se situarán en la égida de los festivales de estos estilos.
Fotos de Javier Rosa, cortesía de la Organización.
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