Se podría afrirmar que, una de las señas de identidad que marcan cuando a nivel profesional vives un momento dulce, es que el número de detractores de tu trabajo, crece casi tan rápido como el de que lo considera bueno. En aspectos musicales, es complicado definir. Bueno, si nos centramos en técnica, pues las evidencias son claras, solo que ese no es mi berenjenal, siempre me calzo botas de agua para chapotear en charcos en los que no me puedo desenvolver con total objetividad y sapiencia. Si hablamos de percepciones, la cosa cambia, ahí no hay reglas escritas, no existen tablas marcadas con los diez mandamientos a cumplir a rajatabla, afortunadamente. Las sensaciones que alguien siente ante una canción, no tienen, ni deben, de coincidir con la del prójimo. Eso es lo que hace grande el arte, que eres capaz de sentir ante una de sus expresiones, algo que otro jamás será capaz con esa misma obra.
Joe Bonamassa, es uno de esos artistas, que reciben amor y odio a partes iguales. Críticas bien basadas, otras desafortunadas, al calor de la sombra proyectada por la muchedumbre. Muchos critican su frialdad, otros su técnica, otros su excesiva edición de discos, yo que se, será por criticar. Bien es cierto, que si tengo que situarme al filo del abismo, bien de los que le miran con soslayo, o de los que disfrutan de sus canciones, prefiero posicionarme con estos últimos, a pesar de que no le perdono que rompiese Black County Comunion, aunque, imagino, sus razones tendría. A mi sus canciones me llegan, mucho, no de ahora, desde siempre. Su unión con mi adorada Beth Hart, alienta más mis simpatías por este fantástico guitarrista que trae nuevo disco, tras una preciosa portada, para seguir dándonos más y más blues a través de su guitarra.
Grabado como base en el formato guitarra, bajo y dos batería, Bonamassa ha intentado buscar un sonido más rockero, más directo, sin perder por supuesto, nunca de vista, el blues que le guia. Escrito y grabado en Nashville, el guitarrista ha declarado que deseaba que este disco sonase más enérgico, menos pensado, y desde la inicial «This train», deja claro que la electricidad es santo y seña de este disco. «Mountain climbing» tiene un riff muy hard rockero, de sabor clásico, y ese buen estribillo. «Drive» es la canción que ya todo el mundo (o casi), conoce, donde se deja llevar por ese ritmo reposado y profundo. Me gusta mucho esa guitarra de «No good place for the loney», donde sin grandes aspavientos deja constancia de su buen hacer. Suena con fuerza la canción que da nombre al disco, con un potente riff, mientras que a continuación las revoluciones bajan con «The valley runs low», que sinceramente, me gusta muchísimo, gracias a esos coros y la melodía de voz.
Puro rock and roll es lo que nos encontramos a continuación en «You left me nothin’ but the bill and the blues». El riff vuelve a ser protagonista en la potente «Distant lonesome train», con la que Bonamassa vuelve a sacar a relucir su buen hacer rockero. «How deep this river runs» vuelve a esos coros que tanto juego dan, levantado el ánimo del personal con esa dosis de energía que fluye. Para «Livin’ easy»se vuelve hacía sonidos más clásicos dentro del blues mientras que en «What I’ve known for a very long time» se marca un precioso medio tiempo, con el que poner punto y final a este nuevo disco del guitarrista. Lo dicho, seguro que habrá muchos pros y contras, pero a mi, este «Blues of desperation» me ha convencido a la primera.
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