Os pongo en situación antes de comenzar. Imaginad un portadón de esos que hace la boca agua a todos los que hemos crecido con el heavy metal, una temática propia de películas de terror como El Exorcista o cualquiera que se os ocurra, donde las fuerzas del mal encabezadas por el maligno, tomen posesión de almas a diestro y siniestro, y añadele, que sonase como si nuestro amado Lemmy cantase en una banda de speed metal que se sabe de memoria los mejores tiempos de la NWOBHM. Pues basicamente, eso es lo que engloba este cuarto trabajo de los italianos Baphomet’s blood, titulado «In Satan we trust», que no deja lugar ninguno a la duda en cuanto a imagineria se refiere. Aquí olvidaos de historias, de ir más allá de lo que ellos quieren ofrecernos, y que dicho sea de paso, lo hacen de puta madre, heavy metal al mejor estilo de los ochenta, con guitarras veloces, bases rítmicas contundentes, y una voz, que a más de uno, le hara caer un lagrimón, aunque sea en honor al principe de las tinieblas.
Trás una intro cojonuda y acojonante, se lanzan a deguello con «Command in the inverted cross», como una locomotora que no está dispusta a parar hasta llegar a mismísimo infierno, donde Lemmy Kilmister, botella de Jack’s en mano, les espera como hijos bastardos que presumen de ser. «In Satan we trust» sigue por la misma vereda, una batería que parece que va a destrozar tus altavoces, esos ritmos tan típicos y prácticos del speed metal y ¡madre! ¡Lemmy ha vuelto!. Y así podriamos ir definiendo todas y cada una de las canciones de este disco, ritmos de heavy metal del de siempre es lo que suena «Hellbreaker», acelerada, como una mezcla entre Motorhead y Accept. «Underground demons» suena màs cruda aún si cabe, a toda velocidad, como si la puerta del infierno fuese a cerrarse y hubiese que llegar si o si. «Triple six» vuelve a mostrar sus credenciales como verdaderos creyentes del heavy metal más clásico. «Infernal overdrive» se acelera todavia más, como si eso fuera posible, conservando ese sonido sucio, como una descarga apocalíptica.
«Whiskey rocker» tiene cierto aire más rockero, dentro de las circunstancias claro. Cierran con una versión de los hungaros Faraó, de su canción «Eleg», con el que ponen final a este derroche de decibelios y elegías al maligno. Rápido, que alguien reuna a King Diamond con Mercyful Fate y se lleve a estos tipos de teloneros.
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