Como protagonistas del devenir del movimiento feminista en los años setenta tomaremos como referencias a Patti Smith, Debbie Harry y Chrissie Hynde. La ciudad de Nueva York adquiere aquí un papel fundamental. Empecemos por Patti. Se trasladó de Chicago a Nueva York en 1973. A principios de los setenta, la ciudad tenía una escena musical fructífera: grupos como KISS, New York Dolls, The Ramones y Television hacían las delicias del público. Pero, dejando de lado el aspecto musical, sin lugar a dudas, lo que llama la atención de la primera mitad de esta década es, sobre todo, cómo se empezaron, paulatinamente, a subvertir los patrones de belleza, así como los aderezos estéticos predominantes -el Glam Rock, así como las imágenes de los álbumes Transformer de Lou Reed y las esgrimidas por David Bowie y Marc Bolan, líder de T.Rex, ayudaron a ello, mostrándonos que también los hombres podían usar maquillaje-. Smith era plenamente consciente de muchos de estos pequeños grandes cambios cuando paseaba por la ciudad. Patti, como Janis una década antes, llevó más allá el feminismo estético. A la de Chicago hay que conceptuarla en la evolución que las teorías fueron adoptando, renovando sus postulados esenciales. Pensadoras como Germaine Greer cobraron una importancia vital en la visión que tenía la artista americana no sólo de su sexo, sino de la sociedad y la política.

Patti elaboró su música y poemas sobre la base de cuatro escritores: William Blake, Arthur Rimbaud, Charles pmBaudelaire y Honoré de Balzac: de los franceses heredó el subjetivismo y la pasión propia del Romanticismo, y del último la capacidad de análisis y perspectiva tanto histórico como social. Cuando debutó en el mundo de la música con la edición de Horses -1975-, revolucionó la escena, sobre todo con la portada, en la que adoptaba una pose desafiante, con la mirada licuada a través de ese enigma que fue durante mucho tiempo su vida. La vestimenta típicamente masculina, como la de un crooner desgastado por el peso de tantos años de giras y amores olvidados en la barra de cada club, reforzaron la actitud y la personalidad de la de Chicago. Cada canción suya era una proclama sobre cada uno de los ídolos que la habían convertido en lo que era: una corredora de fondo. Cada composición era un alegato inteligente a favor de todas esas mujeres que caminaron de la mano del espíritu aventurero de Virginia Woolf o de la propia Flora Tristán: sus posteriores Radio Ethiopia y Easter la confirmaron como a una de las madrinas del Punk; como a una musicóloga y poeta que supo evocar el lenguaje místico del propio Rimbaud y su inteligencia irreverente en sus canciones: difícil no encontrar a éste a lo largo de toda su discografía. En Patti Smith había descaro y chalanería.

Composiciones como People Have the Power o Gloria mostraban que el compromiso político no era sólo de ellos, sino también de ellas. La sociedad norteamericana estaba profundamente escindida por la derrota sufrida en Vietnam; de repente, los valores políticos y democráticos que éstos propugnaron desde el fin de la Primera Guerra Mundial fueron cuestionados: Smith era consciente de que el engrandecimiento de una nación estriba, también, en su capacidad de crítica, y ella lo suplo plasmar a lo largo de cada uno de sus discos y libros de poemas, al igual que Beauvoir con Francia tras el fin de la Segunda Guerra Mundial. Como aludíamos en el primer párrafo, el nombre de Germaine Greer fue ampliamente reivindicado en los setenta, sobre todo por la señorita Smith, aunque no lo hiciera expresamente y sí de facto. Las teorías de la australiana tuvieron una importancia capital debido, sobre todo, a sus ideas sobre las diferencias biológicas entre hombres y mujeres a la hora de hacer frente a los problemas interpersonales y sociales. Los conceptos clásicos de familia, tradición, así como el propio entorno urbano determinan el desarrollo de ésta, convirtiéndolas en personas artificiosas –tal y como cuenta en su libro La mujer eunuco -1970-. El principal concepto, grosso modo, es que, lo que antes era de dominio privado, podía serlo debtambién público. Y Patti fue la que mejor lo entendió con su forma de llevar a cabo su solidaridad, tanto política como social, con performances en donde animaba a sus correligionarias a que entendieran que esas diferencias de las que hablaba la australiana, podían ser usadas para que éstas tuvieran su propia autonomía de pensamiento sobre cuestiones de capital importancia. ¿Y qué podemos decir de Debbie Harry y Blondie? Si el papel de Patti Smith fue complicado, precisamente, por ser totalmente opuesto al teorema de la artista pulida, perfecta y sexual, Harry era todo lo contrario: bella y radiante. Esto la llevó a no ser tomada en serio durante los primeros pasos de su carrera.

Debbie, antes de convertirse en un fenómeno tanto musical como sexual, fue conejita de Playboy, tuvo encuentros con asesinos en serie y tenía una amplia carrera en la escena underground. En resumidas cuentas: no era sólo un rostro angelical de cabello rubio y ojos poderosos, no: Harry tenía valentía y seguridad en sí misma, y había caminado por esa fina línea que separa, a veces, la locura del peligro, la. Si Smith representaba, en cierta medida, a Janis Joplin en los sesenta, y a la Simone de Beauvoir de los años cuarenta y cincuenta, la neoyorquina podía guardar semejanza con Betty. Blondie no tenían un mensaje tan elaborado como el de Smith: no era tan intelectual ni tenía una formación humanística tan perfilada. La diferencia entre ambas estribaba, precisamente, en que mientras la de Chicago recelaba del canon de belleza clásico de la mujer, Harry se servía de éste para llevar un poderosísimo mensaje en el que ironizaba y polemizaba sobre los modelos de relación entre hombres y mujeres. Menos didáctica y más mordaz, la vocalista, con álbumes como Blondie -1976- o Paralell Lines -1978- demostró ser una atlante de la experimentación entre la música Punk y el Pop de las Ronettes y las Shangri-Las. La irreverencia de Harry, proclive a contar geniales historias sobre prostitutas detenidas por policías, o de primeras citas con chicos que acaban ahogándose en un muelle y con ella gritándole que mantenga su bebida en alto, no vaya a ser que la desperdicie, la convirtieron en todo un mito.

Harry inspiró a muchas artistas: Madonna o Lady Gaga, por ejemplo. Su belleza rubia, heredera de artistas como Marianne Faithfull o Brigitte Bardot la convirtieron, también no sólo un modelo de comportamiento, sino en un icono en el mundo de la moda. En el otro extremo tenemos a Chrissie Hynde, vocalista de The Pretenders. The Pretenders y, en especial, su líder, tuvieron la inteligencia de saber captar a todo tipo de oyentes mediante su inteligente síntesis de Rock, Punk y Rock alternativo. Hynde, a diferencia de Smith -quien siempre estuvo chobsesionada por tener un estilo propio a la hora de cantar- y de Harry -con su voz de chica rebelde y aniñada-, hacía gala de una voz de contralto que remachaba el contraste respecto a sus compañeras. A menudo, en su forma de pensar y en sus declaraciones usaba el activismo político para reivindicar lo que, posteriormente, se llamaría como ecofeminismo. Álbumes como el debut, The Pretenders -con su asociación entre la música de los Stones de los sesenta, el Punk británico y el Pop de Talking Heads-, así como toda su carrera de los ochenta, la convirtieron en una ídola que pervive en la actualidad. Su visión del movimiento -muy relacionado con el de las teóricas de la primera ola- va de la mano con la abstención del consumo de drogas – calificándolo de desastroso para la juventud-, y de la implicación de la mujer en los derechos de los animales. Su activismo en favor de PETA, la carta que envió a la, por aquel entonces, alcaldesa de Pamplona, Yolanda Barcina, en el año 2004, pidiendo la supresión de los sanfermines, contrasta enormemente con sus últimos patinazos públicos, como unas declaraciones en septiembre del año pasado en las que culpaba a las mujeres de ser agredidas por la vestimenta. No obstante, Hynde, tanto por música y pensamiento, por su actitud y sus reivindicaciones sobre la obligatoriedad que todos tenemos por cuidar y preservar el medio ambiente, la han convertido en objeto de reivindicación por parte de las mujeres del siglo XXI y de las diversas organizaciones encargadas de velar por la protección de la flora y la fauna.

 

Bibliografía escogida:

  1. Chrissie Hynde – My Life As A Pretender -2015-
  2. Germaine Greer – La mujer eunuco
  3. Making Tracks: The Rise of Blondie -1998
  4. Patti Smith: An Unauthorized Biography -1999

by: Alex Palahniuk

by: Alex Palahniuk

Veinticuatro años. Estudiante de Derecho, amante de la música, la literatura, el ensayo y apasionado de la escritura.

1 Comentario

  1. Pupilo Dilatado

    Articulazo Alex!, me has atrapado desde el principio hasta el final y he aprendido mucho de esos condicionantes ideológicos que llevaron a la Smith a ser quien fue. De Debbie qué quieres que te diga?, me derrito tan sólo con teclear su nombre además de instarte a que recuerdes que la referencia principal también para Shirley Manson también fue ella. Una bomba sexual de las mejores que han existido nunca. De Hynde, bueno, me interesa menos pero, como siempre, aprendo de tí crack!!

    Saludos!!

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