Aunque el heavy metal siempre ha sido y será parte fundamental de mi vida, reconozco, que en las últimas dos décadas, no termino de conectar con muchos de los diferentes caminos que este ha ido tomando. No soy un tipo estrecho de miras, pero es cierto, que mi concepto de lo que es el heavy metal, a veces se aleja demasiado, de la percepción que llevo recibiendo hace tiempo, al menos en otras facetas, que curiosamente, son las que más éxito han tenido entre mucha gente, y posiblemente le haya dado el fuelle necesario para seguir resistiendo el paso del tiempo. A veces tengo la sensación que el heavy metal ha perdido ese halo violento que siempre le ha rodeado, y cuando hablo de violencia, me refiero a ese sonido, a esa presencia, a esa representación de la marginalidad, que ahora parece haber abandonado para siempre, o en la mayoría de los casos. No estoy abogando por ir rompiendo crismas, ni mucho menos, ya que si algo caracterizó al heavy metal, es ese sentimiento de camaradería, de unión a través de la música, de personas que compartían un sentimiento común, una forma de entender la vida. Un instinto de supervivencia, donde los pequeños detalles eran realmente importantes.
Por eso, una banda como Sepultura eran tan grandes, un ejemplo para muchos. Escapando de la violencia de las calles, cambiando un revolver por su música, para hacer su revolución y trasladar a sus canciones, ese agobio que sufre el que trata de evitar la bota sobre su cuello, esa dureza que tan solo te curte el paso del tiempo. Una banda con una historia detrás, unos tipos, que sin saber inglés, convencían a amigos, para que les escribiesen las cartas que mandar a sellos y revistas underground europeas, para dar a conocer su material, para expandir el grito de un tercer mundo, en esos tiempos en los que la globalización no era algo cotidiano ni extendido, en los que estar fuera de los circuitos comerciales, que significaban USA o parte de Europa, era como no existir. Sepultura no solo lograron abrir fronteras, consigueron que su nombre no fuese solo una anécdota, sino que se codearon con los grandes nombres de los por entonces sonidos más duros del metal. Durante aquellos años del 89 al 91, Sepultura eran simplemente imbatibles. Si «Schizophrenia» en el 87, ya había hecho saltar todas las alarmas, «Beneath the remains» en el 89, los colocaba en posición de batirse el cobre con Slayer, Megadeth o cualquier banda que abanderase el movimiento thrasher de aquellos tiempos.
De pronto, a partir del 88 y hasta principio de los 90, las bandas que dominaban el thrash metal, ya no quieren ser las más rápidas ni las más violentas. Buscan un paso adelante, una evolución en su sonido, que también marque la del género en unos casos o incluso comenzar a desvincularse en otros. Vemos como Slayer cambia la velocidad endiablada por los sonidos más pesados e infernales del maravilloso «South of heaven». Como Metallica, se mete de lleno en la composición de canciones más elaboradas, largas y enrevesadas en «…And justice for all» y el impacto comercial del «Black album«, el desafío de Anthrax buscando nuevos parámetros con «Persistence of time» o el salto brutal que Megadeth dan con «Rust in peace», junto a la aparición de unos renovados, en cuanto a sonido, Pantera que destrozan las cervicales del personal con «Cowboys from hell». Sepultura también necesitan ese disco que marque las distancias, que los sitúe al lado de los grandes de la división, y «Arise» era la respuesta.
Se nota un paulatino descenso de velocidad y contundencia con respecto a «Beneath the remains», pero siguen siendo la banda que en este nuevo tiempo, mejor atesora las virtudes del thrash metal. Era complicado superar los riffs del anterior disco, que habían marcado escuela. Se pusieron en las manos de Scott Burns, auténtico gurú del death metal que despuntaba en Florida, y que había trabajado con bandas como Obituary o Death. Más adelante, la banda ha declarado alguna vez no sentirse satisfecho del trabajo de Burns o al menos en su totalidad, pero lo cierto, es que supo dotar a este «Arise» de una dureza más allá de la implícita en las propias canciones. Sepultura eran conscientes de que teniendo en cuenta los caminos tomados por gente como Metallica o Megadeth, era la oportunidad, de asaltar el trono y lo consiguieron con este disco, en pugna con Pantera.
Abrir un disco con una canción como «Arise» es pegar una patada en la cara de cualquiera que a esas alturas, aún fuese capaz de poner en duda el potencial de una banda que era en esos momentos enorme, como demostraban sus conciertos. Pero es que «Dead embryonic cell» con ese inicio industrial, mostrando el interés que Sepultura tenían en gente como Godflesh, autentica banda de culto que mostró momentos gloriosos de metal industrial, aunque el reconocimiento haya sido para otros, o la apabullante «Desperate cry» con ese inicio a base de apergios junto a ese riff demoledor, que es toda una lección, con una ejecución de solos simplemente brutal. «Murder» es más agresiva, fruto de esa vena hardcore que la banda siempre ha tenido, de ese halo violento que acompaña a su música. A «Substraction» se le puede hacer la misma lectura, el reinado del riff por encima de todas las cosas, y una batería capaz de sacar tu corazón del pecho. En «Altered state» se comienzan a escuchar ritmos étnicos, que luego se convertirían en base de la nueva apuesta de la banda junto a esa querencia por el riff como mejor arma de destrucción y una velocidad abrumadora.Otro de los grandes himnos de los brasileños, también está en este disco, «Under siege (regnum irae)», con ese comienzo demoledor, esa atmósfera que son capaces de crear y de nuevo, esas guitarras que son impresionantes durante toda la grabación. Pero eso no resta valor a canciones como «Meaningless movements», donde dan rienda suelta a toda la brutalidad que conciben y contienen. «Infected voice» suena rapidísima, como si el tren directo al infierno estuviese encarando el último tramo para su llegada, con la batería sonando sin piedad. Ya sabéis que en alguna reedición, se incluyo el «Orgasmatron» de Motorhead, y bueno,estos son buenos momentos (siempre lo fueron y lo serán) para recordar y homenajear a Lemmy, esta vez de mano de los brasileños. Luego, ya conoceis la historia, otro gran disco como «Chaos A.D.» y esa vuelta de tuerca que pilló a más de uno con el pie cambiado, que fue «Roots». Y bueno, lo que vino después, no creo que haga falta contarlo ahora. Sin lugar a dudas, Sepultura han sido una de las bandas más grandes del metal y «Arise», su piedra filosofal.
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