Por lo que leo en estos días en las redes sociales, parece que ahora algunos debaten sobre si hay o no relevo generacional para las grandes bandas. No lo hay si entendemos el espectáculo como antes, posiblemente no vuelva el rock de grandes estadios ni las estrellas de rock del alto volumen. Pero si lo hay en cuanto a música, esencia, ganas y emoción. Muchas bandas siguen demostrando que el rock sigue vivo, y que pueden ser el puntal no ya del mañana, también del hoy, aunque el prisma con el que se las vea sea diferente al de antaño. Ya no habrá bandas con aviones privados, pero eso no quita que no se sigan haciendo grandes canciones, aunque la recepción por parte de la gente no sea tan mayoritaria como antaño.Yo me aplico a mi forma de vivir, un proverbio ruso, que dice algo así como, que vivir del pasado es como correr detrás del viento. Allá cada cual, dueño es de sus actos y de los sonidos que invaden su cerebro. Desde aquí siempre habrá un sitio para todo aquel que sigue luchando, siempre lo hubo, ya sea de aquí o de allí. Para mi los pasaportes se pueden ir a la hoguera. Hay grandes bandas haciendo grandes discos, solo hay que profundizar, salir del camino seguro y asomarse por la ventana, abrir tus oídos a otras propuestas. Parte de esas bandas destinadas a heredar el futuro, a afianzar el pasado, sin dudas, es Baroness.
Su nuevo disco, «Purple» era muy esperado por mi, demasiadas situaciones alrededor, dramaticias condiciones que afectan al devenir de la banda, nuevos miembros, y la esperanza de seguir confiando en un grupo que me da grandes momentos. Detrás de esa fantástica y hermosa portada, se esconde un grandísimo disco, que ya se coló entre mis favoritos de 2015, aún antes incluso, de sentarme a hablar sobre estas canciones que son la nueva propuesta de los de Georgia. Tal vez Baroness no sean una banda para el llamado «gran público», pero deberían ser, porque tienen ese algo especial que es tan difícil de conseguir, y que algunos se niegan en descubrir en bandas que no forman parte ya de la historia del rock, al menos como insignes moradores de dicho olimpo. Desde la inicial «Morningstar», comprendes que el camino es el indicado, que sus melodías son a la vez fáciles y complicadas de asimilar. Ese inicio de teclados de «Shock me» que da paso a ese derroche de potencia lo suficientemente contenida que te lleva a un estribillo demoledor.
«Try to dissapear» se muestra hipnótico, gracias a esas melodías vocales y de nuevo un estribillo que engancha nada más acercarte a ti, además de un riffs devastadores y una batería descomunal. «Kerosene» es la canción que mejor encadena con anteriores aventuras de la banda, sacando a la luz ese toque progresivo, que se encadena con el pequeño remanso instrumental de paz que es «Fugue». Rindete ante «Chlorine & Wine», porque es complicado no hacerlo, dejarlo correr sin preguntarte como lo dejaste escapar. «The iron bell» es la demostración de la importancia de una sección rítmica, en una canción que va mutando casi sin avisarte de un comienzo más pop a la vereda de los sonidos más progresivos. «Desperation burns» se muestra más fuerte, potente, basando en esos riffs de antaño, aunque sin ser tan monolíticos como en los primeros discos. «If I have to wake up (would you stop the rain)», cierra esta maravilla de disco, de forma tranquila, empapada en melancolía, de nuevo con bajo y batería marcando la pauta, hasta encadenar con esa sucesión de efectos de apenas unos segundos, que es «Crossroads of infinity». Grandísimo disco el de Baroness, para disfrutarlo una y mil veces.
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