Cuando el rocanrol se viste de Poesía (con mayúsculas y en negrita para que resalte su vital importancia), la adrenalina casi alcanza niveles de orgasmo. Literalmente. Aunque no seré yo quien ponga en duda que la música es más importante que el mensaje. Por ejemplo, a un servidor – que chapurrea poco y mal otros idiomas porque prefiere cultivar el suyo -, le apasionan canciones como “Breaking the law”, “God save the queen”, o”London calling”, tres composiciones de las que apenas entiende el estribillo. Pero cuando el rocanrol se viste de gala con el idioma de Cervantes exijo que la letra adquiera el protagonismo del que le priva el desconocimiento. Es por eso que el mensaje de grupos como Sinkope, que miman al detalle sus creaciones, siempre llega porque cuenta algo que, aunque pocos entendemos, todos adoptamos como nuestro. Una exquisitez en el que las metáforas se convierten en el espejo donde se refleja nuestra propia vida.
Sinkope (el cuaderno de bitácora donde Vito Iñiguez relata su día a día), colgó el cartel de “sold out” en la puerta de la madrileña sala La Riviera, – “saber que todo estaba vendido ha sido como un polvo que nunca se acaba” -, el santuario musical elegido para registrar el CD y el DVD que recogerá el sentir musical de la banda en directo. Pasaban veinte minutos de las ocho de la tarde cuando una poética “intro” invitaba al grupo extremeño a salir al escenario, que apareció con la boca tapada con un pañuelo en señal de protesta. “Autovitografía (Por encima)“, dio el pistoletazo de salida para dar merecida continuidad al entusiasmo generalizado con “El romance de la luna gitana y el sol poeta“, “Encanutao”, – “esta noche no hace falta que fumemos; con ustedes ya estamos puestos” -, “Cuando no te pones falda”, “Humo de contrabando”, que contó con la presencia de Mario Santos, el primero de los invitados, “A la maldad no hay quien la mate”, interpretada junto a “El Drogas” – “Don Enrique Villarreal: un roquero incorruptible; alguien a quien admirar” -, o “Y pare Madrid”, una canción elevada a la categoría de clásico e ineludible en el repertorio de la banda cuando visita la capital. Con ella se puso punto y seguido, después de dos horas, a una incólume actuación en la que no faltaron ni los cantes ni los dejes flamencos. Mención especial merece la presencia de Sergio Cisneros “Kiskilla”, quien maquilló con los teclados un par de temas.
Cinco minutos más tarde el quinteto hacía de nuevo acto de presencia para interpretar, junto al compadre Kutxi Romero, el tema “Matar se me olvida“.Luego acudirían a su obligada cita las canciones “A merced de las olas”, “El carro de la vida”, y “En tarros de miel”, – “todo lo que ha acontecido esta noche lo meteremos en tarros de miel” -, tema con el que se puso punto y final, después de treinta minutos suplementarios, a un concierto que quedará registrado en nuestra memoria durante muchísimo tiempo. Y con la presentación de la banda (y de los técnicos) por parte de Vito (puesto de rodillas en señal de agradecimiento), esto es, Ferdi «Gato» Hernández a la batería, Alberto y Juan “Chino” a las guitarras, y Miguel al bajo -, se encendieron las luces de la sala. Sería injusto dar por finalizada esta crónica sin mencionar la impresionante respuesta por parte del público, sobre todo el más joven (el eco musical de Sinkope ha calado hondo en las nuevas generaciones), ávido de escuchar, cantar y contar sus sentimientos más profundos.
Si las veinticinco canciones interpretadas por el grupo son o no las que lo definen como tal habría que preguntárselo a ellos. A mí me retratan a la perfección.
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