Me encantan los documentales sobre el mundo del rock. Todas esas anécdotas sobre drogas, ritos satánicos, muerte, groupies y excesos de todo tipo me fascinan desde crío. Pero el rock es mucho más, no hemos de olvidarnos de la música. De eso va este documental de Dave Grohl (Nirvana, Foo fighters). Grohl dirige este documental sobre los míticos estudios Sound City. De Neil Young a Rage against the machine pasando por Tom Petty o Fleetwood Mac, decenas de artistas imprescindibles de la historia del rock grabaron en estos estudios.
Cuando algo se hace con amor, se acaba notando en el resultado. Y a Dave Grohl se le nota su amor y cariño hacia los estudios Sound City, allí grabó con Nirvana Nevermind, el disco que cambió la historia del rock a principios de los años 90.Tanta es su devoción por el rock y por el sonido que se lograba en la consola analógica Neve 8028 de los estudios Sound City de Los Angeles que incluso decidió comprarla cuando los estudios cerraron en 2011 y la instaló en su casa. No sólo eso, la historia de esa consola y los discos que en ella se grabaron bien merecía ser contada. Así pues, Grohl se metió a director y buscó imágenes de archivo y testimonios de las personas que formaron parte de Sound city para elaborar este documental que rezuma cariño y pasión por el rock.
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Ya puestos en materia, el documental es todo un festín para cualquier aficionado al rock. La historia de Sound City es apasionante en sí misma y el documental atrapa sin remedio en su primera parte. Sin embargo, Dave Grohl es un excelente batería pero como director no está al mismo nivel. Su film es un sentido homenaje a un pedazo de historia del rock pero en su segunda mitad el interés decae bastante. A pesar de contar con la participación de personajes tan interesantes como mi adorado Trent Reznor (NIN, How to destroy angels) o el mismísimo Paul McCartney, la grabación del disco tributo a la consola de Sound city no puede competir en interés con las imágenes de archivo y los testimonios añejos. Grohl comete el error de darse demasiado protagonismo en la segunda parte y de promocionar en exceso el disco que estaban grabando. Un fallo perdonable pero que hace que el conjunto se resienta y pierda bastante interés en la segunda mitad de los 108 minutos que dura el documental.
Resumiendo, una primera mitad apasionante y una segunda parte un tanto prescindible que dan como resultado un documental recomendable para todo buen aficionado al rock.
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