Hymns to the Silence , vigésimo primer disco de Van Morrison fue publicado en 1991 siendo su primer disco doble. Un trabajo laborioso, atiborrado de grandísimas canciones con un aura especial, una obra que curiosamente siempre ha estado presente en momentos difíciles de mi vida.
Como la mayoría de las veces en su discografía, la temática del disco discurre entre la nostalgia de su tierra, sobre todo de Belfast , de los tiempos pasados , y sobre su descontento con la manipuladora industria discográfica. Veintidós temas, dos junto a los Chieftains, otro co-escrito con Mr Rebennack, que todos conocemos mejor como Dr John!, la versión del tema Don Gibson, “I Can’t Stop Loving You” que fue un éxito masivo en la voz del inconmensurable, Ray Charles y el resto de la mejor cosecha de Morrison. Hymns to the Silence es seguramente mi disco favorito de Van, junto a Astral Weeks, Moondance y Tupelo Honey es uno de sus trabajos más redondos.
Uno de esos discos donde Morrison nos ofrece extraordinarios himnos, típicos de su cosecha, con su poderosa lírica, éxtasis espiritual y sabores campestres. Una cierta manera de desnudar su alma. Una obra donde la belleza melódica, y los diferentes estilos musicales se entremezclan con esa magia única que posee el León de Belfast. El disco se inicia de manera tranquila y pausada con “Profesional Jealousy”, Van nos habla sobre los celos. Unos celos que él ha conocido muy bien y que llevan a un hombre a ser un resentido. El tema es un untuoso medio tiempo, elegante como tiene el secreto Morrison. Le sigue la magnífica “I’m Not Feeling It Anymore”, otro medio tiempo digno de los grandes temas del León de Belfast, le acompaña su viejo amigo Georgie Fame al órgano. Es una visión irónica de la vida sazonada con un ritmo muy espontáneo y sencillo. “Ordinary Life” es un blues de bar, dinámico donde Van se acompaña de su armónica y Neil Drinkwater le acompaña fabulosamente al piano, sigue Fame al órgano arropando los temas. “Some Place of Mind” y “So Complicated” cierran la primera cara.
El primero contiene unos magníficos coros por parte de Carol Kenyon y Katie Kissoon. Es un tema de suave soul, con pinceladas de jazz otorgadas por el saxo de Steve Gregory, señores no olvidemos que este hombre es el saxofonista del «Honky Tonk Woman» de los Stones. En “So Complicated” el tono ha cambiado, un corte swing, con vientos y el cálido Hammond de Georgie Fame que siempre va ir aportando ese “savoir faire” a lo largo del disco. Además de Steve Gregory, Van recurre a la bellísima Candy Dulfer para el solo de saxo alto. El buen gusto de este hombre tanto para la música, como con las mujeres es indudable; su palmares da fe de ello.
La cara 2 empieza con la versión del tema de Don Gibson, “I Can’t Stop Loving You”, si bien la versión no aporta nada nuevo al tema, salvo el toque irlandés debido a la presencia de los siempre magníficos The Chieftains, sirve de perfecta introducción para “Why Must I Always Explain”, uno de los momentos álgidos de este trabajo. Un tema con una profundidad y un sentimiento nostálgico precioso, interpretado con un espléndido jubilo. “Village Idiot” es una hermosa balada 100% Morrrison, perfecto equilibrio entre lo romántico y lo onírico. “See Me Through Part II (Just a Closer Walk With Thee)” es puro góspel, no podía faltar algún guiño a dios, como buen Irlandés, magníficos coros y de nuevo un fluido órgano Hammond de Georgie. “Take Me Back” es otro gran momento, donde Van nos deleita con ese poderío vocal que posee. Una larga y sinuosa composición, perfecta para cerrar el primer disco.
Un corte de conmovedor; una intensa declaración que evidencia la clase de este hombre, vapuleado por muchos como un ser arrogante y antipático, que puede que lo sea… pero con clase, ya que Van juega, pelea, se desconsuela, demanda y exige de una manera sobrecogedora como pocos sabría hacerlo. Dave Early con su batería, mantiene un suntuoso, suave y delicado ritmo, sobre el que el maestro perfila, coloreando su desconsuelo. Dios vuelve a ser el protagonista en “By His Grace” que abre el segundo capítulo de “Hymns to the Silence”, simple y efectivo corte. “All Saints Day” retoma los ritmos swings de aromas smooth jazz tan afines a Van the Man, fino y suave trabajo de Georgie Fame. Llegamos al corte que da título al disco; “Hymns to the Silence” y Morrison vuelve a llevar un tema suyo a nuevas alturas impresionantes. Una melodía aterciopelada e hipnótica, esa voz poderosa, espiritual, entre temerosa e invocadora que se apodera lentamente de tus sentidos. Drinkwater acaricia su piano, concibiendo las notas justas para edificar una deleitosa y casi imperceptible melodía.
“On Hyndford Street” sigue con esa profundidad, aún más sombría y borrosa. Van recuerda, con nostalgia y el pecho encogido el tiempo pasado. Cuando miras atrás y te das cuenta que lo vivido hasta entonces es mucho más largo de lo que probablemente te queda por vivir. “Be Thou My Vision” sigue con el corazón en un puño, pero esta vez con aires celtas, con el viento del mar que se engarza en el cabello. The Chieftains vuelven acompañar a Morrison, cerrando quizás la mejor parte de esta obra. Con “Carrying A Torch”, su musa no le ha abandonado, Van sigue invitando a sentarse y relajarse para disfrutar de una paz que quiere compartir. “Green Mansions” sigue la tónica que fluye suave con un dulce balanceo de melodías cálidas y sosegadas. “Pagan Streams” es otra preciosidad de tema, donde Van expone, revela y recuerda de quebradiza forma, el tiempo pasado. Nos acercamos al final de viaje con “Quality Street”,”It Must Be You” y “I Need Your Kind of Loving”. Baladas de dolorido amor, recuerdos imperecederos y alabanza al todo poderoso sin caer en la beatitud.
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