Descomunal noche la que se pudo vivir el pasado día 15 en Barcelona con la presencia de los franceses Gojira, un grupo que repetiría pasar ante la retina de mis ojos tras ese Hellfest en 2013 donde harían un Wall of death desde la primera línea de concierto hasta el puesto de sonido, uno de los momentos más bestias que he podido contemplar en mi vida. Solo por eso, ya se merecían el respeto de que fuese a verles el pasado Miércoles. O simplemente, porque es uno de los grupos más en forma de los últimos tiempos. Basta con ver su directo y te darás cuenta del porqué digo esto.
Para abrir la velada, cerca de las nueve de la noche, salieron a escena los locales Moonloop. Cierto es que cuando una banda local toca con otra grande, acostumbra a tener apoyo por parte del público. Pero esta vez fue diferente. No solo tuvieron apoyo del público por ser locales o por el hecho de apoyar la escena, si no que su show fue totalmente increíble, digno de recordar.
La sala se puso a reventar para ver a esta primera banda que sorprendió a todos los asistentes que no les conocían con su música. Más lenta que los franceses pero con la misma esencia, remarcando una voz inhumana por parte del vocalista de la banda. Hacía muchísimo tiempo que mis oídos no contemplaban una voz tranquila y al momento, ser cambiada por unos guturales de infarto que provenían del mismísimo infierno.
Se podría decir que este infierno se trasladó a la sala Razzmatazz, lugar donde sucedieron los hechos, ya que el calor totalmente inhumano que se podía apreciar entre esas cuatro paredes era peor que estar en una playa de Sevilla a las tres de la tarde y con chaqueta.
Musicalmente, el sonido fue buenísimo para estos cuatro chicos que tienen bien claro lo que hacen, a los que seguro auguramos un futuro brillante si continúan haciendo directos así. Además, lo mejor de todo esto, es que solo tenías que echar un ojo a las caras de los miembros para saber que estaban disfrutando totalmente con lo que estaban haciendo.
Terminada la actuación de estas fieras, esperaríamos alrededor de media hora para poder ver el show de Gojira. Un tiempo de espera muy agónico si le sumas el calor que había en el ambiente y las ganas de ver a los franceses en escena.
Por fin, y bajo los punteos de «Ocean Planet», saldrían los hermanos Duplantier & Company a escena, con una ambientación azul que duró todo el primer tema. Fue fácil de comprender que lo que nos quedaba por ver iba a ser totalmente increíble, ya que el sonido era atronador, y la actitud de la banda, desde el primer momento, era esa a la cual nos tienen acostumbrados.
Personalmente, temía por encontrarme un show flojo sabiendo el estado de los hermanos Duplantier y su más reciente dolor por la muerte de su madre, a la que desde aquí les damos el pésame por este suceso. Pero ellos sin más, se intentaron olvidar de esto por un momento con toda profesionalidad y ejecutaron un show para el recuerdo, poniendo patas arriba la sala desde el primer momento.
El segundo tema que sonó fue «The Axe», con el que bajo los riffs de esa canción y los golpes descomunales a la batería, la gente comenzó a liarla de lo lindo, convirtiendo la sala Razzmatazz en un campo de batalla bajo la mirada de cuatro expertos en situaciones bélicas.
Primer parón con el que el señor Joe Duplantier intercambiaría las primeras palabras con la gente que tenía ya en el bolsillo, los cuales ante cualquier cosa que dijese, contestarían enfervorizados ante la llamada de la siguiente canción, «The Heaviest Matter of the Universe», uno de mis temas favoritos con el que, tras ver la cantidad tan bestia de gente que se reunió para darse de leches, si la mitad de la sala hacia delante no estaba sudando, algo ilógico sucedía.
Sin muchos parones y por faena, siguieron con «Backbone» y «Love», donde tras estos dos puñetazos directos a la cara, continuarían con «L’Enfant Sauvage», un tema perfecto con una ejecución maestral, dejando clarito que es una banda con unos dotes musicales superdotados, no solo en estudio sino también en directo.
Tras la larga «The Art of Dying» sería el momento de escuchar un gran solo de batería del habilidoso Mario Duplantier. Considerado como uno de los baterías más técnicos del mundo, estaría dándole caña a los bombos durante aproximadamente siete minutos para terminar el solo e iniciar la gran «Toxic Garbage Island», uno de los temas con más peso de la banda donde pude apreciar que Joe, el vocalista de la banda, se pondría a reír sorprendido de ver la cantidad de gente haciendo moshpit. Algo que pocas veces se puede ver en Barcelona.
«Flying Whales», «Wisdom Comes» y la gran «Oroborus» serían los siguientes mazazos en sonar esa noche donde la gente ya estaría cansada de tanto golpearse, mover la cabeza y no cesar tan solo un instante de liarla para estos franceses sobrenaturales que dieron un repaso por toda su discografía y nos ofrecieron un setlist donde lo mejor, se lo guardaban para los dos últimos temas, que fueron «Vacuity» y «The Gift of Guilt», donde la locura de toda la sala puso punto y final para despedir una actuación excelente con unos músicos que lo entregaron todo y un sonido que, acostumbrados al sonido mediocre que tenía la sala Razzmatazz 2 últimamente, estuvo muy correcto.
Así bien, Gojira siempre es sinónimo de conciertazo. Para una persona como yo, que acostumbra a ir a festivales, esta banda nunca es cabeza de cartel, pero la gente que mueve y la actitud que desatan en directo es como si de otros grandes estuviésemos hablando. Por lo que a sala se refiere, solo viendo el aforo que concentró un Miércoles en Barcelona y los aplausos y gritos de la gente al final del concierto, se puede demostrar que la tirada que tienen es por algo, y no por su cara bonita precisamente, sino por ser una de las mejores bandas del panorama actual.
Gracias a On the Road Music por permitirnos gozar de lo que realmente es un concierto y agradecer también a Gojira que no hayan suspendido este show, como muchos otros que suspendieron debido al altercado con los hermanos Duplantier, demostrando una vez más la profesionalidad que tienen, como también el ofrecernos un show así de brutal.
Esperemos que vuelvan pronto, porque conciertos así, sin duda, dan vida a las personas.
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