El crecimiento de seres estúpidos sobre la faz de la tierra desde que internet es la herramienta más empleada del mundo es palpable sobre todo en reuniones de grandes masas de dicha especie. Nunca uno ha podido ver y observar tan bien como el ser humano es el animal más estúpido de la faz de la tierra. Y digo esto por el sector del público que viene a un concierto, mayormente, a molestar.
El concierto de Dylan tuvo dos fallos muy grandes y un enorme acierto: los fallos, el lugar y el público; el acierto, el maestro de ceremonias. El recinto, El Palacio de Deportes de Granada… Hacia tiempo que no veía un concierto en estos “palacios” que acaban convirtiéndose en salas enormes de sonido horrible, con tanta personalidad como una cárcel de alta seguridad. Es como dar de comer caviar servido un tazón de plástico para animales, si bien estos lugares pueden tener un pase para los grupos que ofrecen un mazacote de sonido acompañado de parafernalia con efectos especiales que esconden sus carencias musicales.
De pronto, me percaté de que era la primera vez que veía a Dylan en un sitio cubierto. Y cuanto lo lamenté. A día de hoy, horas después del concierto, tengo claro que será la última. Llegamos sin dificultad a las primeras filas para poder presenciar la actuación de Solea Morientes junto a los Evangelistas. Entre el calor sofocante, las conversaciones de un gran sector de los espectadores que no tiene ni el más mínimo respeto por el artista y el pésimo sonido que retumbaba entre las cuatro paredes del Palacio de Deportes, aguantar en esa posición se hizo algo difícil. Por lo menos, pude percatarme de que lo que ofrecía la hija de Enrique Morente es una propuesta musical de lo más interesante que sigue los pasos de aquellos trabajos musicales más arriesgados de su padre.
Tras una espera de media hora, un gong da inicio a la entrada a Bob Dylan secundado por sus fieles escuderos. Lo primero que me llama la atención es lo bien que lleva sus 74 años, con esa elegancia tejana en su vestimenta acorde a sus músicos, y al clímax que quiere otorgar a su espectáculo donde pequeños detalles de buen gusto adornan con pinceladas la velada. Un piano de cola que utilizará a lo largo de los dos sets de manera dosificada y con mucha solvencia y, sobre todo, su presencia en el centro del escenario que son momentos de agradecer y deberían cerrar la boca de todos esos que le criticaban por perpetrarse tras aquel piano eléctrico en pasadas giras.
“Things Have Changed”, como había previsto, abre las hostilidades, con un sonido que no llega a ser bueno en un principio, con ese maldito eco de la sala, y empezamos con un va y ven de comportamientos incívicos por parte de un sector de la peña que consigue que tras “She Belongs To Me “y “Beyond Here Lies Nothin’ “deba abandonar las primeras filas para sentarme en las gradas. Imposible penetrar en el universo de los temas que el bardo de Duluth está ofreciendo a estos cretinos.
Si te piden no sacar fotos, no las hagas. El baile de seguratas con el público que no suelta el maldito móvil fue tan desconcertante como agotador. Cuando no era fotografiar o filmar compulsivamente lo que tenían delante, era chatear por el WhatsApp o charlar largo y tendido impunemente. “Workingman’s Blues #2”, “Duquesne Whistle”, “Waiting for You”, “Pay in Blood”, “I’m a Fool to Want You” y una magnífica “Tangled Up in Blue” vistas y oídas desde un asiento con un público más atento sonaron a gloria. Justamente, con “Tangled Up In Blue”, llegamos a los 49 minutos de concierto, momento en que la banda se toma un respiro con un descanso que anuncia el propio Dylan.
Tras 20 minutos de descanso Dylan vuelve sobre el escenario con una segunda parte increíble, empezando con un poderoso “High Water for (Charley Patton)”, una magnifica e irreconocible “Simple Twist of Fate” y una magistral e hipnótica “Forgetful Heart”, para mí el momento más álgido de la velada. Tras este tema, otra vez, un sector del público se tomó el recital como música de fondo para sus charlas a través de sus móviles, o hablar con su vecino sobre sus historias del trabajo o de donde irían a pasar sus vacaciones, cuando no, para soltar estupideces de mal gusto. Increíblemente lamentable y penoso el bajo nivel de cultura y educación.
Seguimos con ”Spirit on The Water”, una soberbia “Scarlet Town”, “Soon After Midnight”, “Long And Wasted Years” y, finalmente “Autumn Leaves”. Majestuosa e impecable banda, como siempre. Un Dylan comunicativo con sus gestos y su presencia sobre el escenario, nada que reprocharle, más le pese a toda la gente de ego acomplejado y verborreas venenosas sin ningún atisbo de lógica que le gusta despotricar sobre posiblemente uno de los últimos grandes héroes de la música.
Sin hacerse de rogar, Dylan efectuó sus dos bises. El primero, una versión de “Blowing in The Wind” tras el piano de cola, que me pareció genial en su deconstrucción y en su nueva faceta adaptada a siglo XXI. Para terminar y redondear la velada, una potente “Love Sick” consiguió tapar las bocas de los parlanchines o por lo menos ocultar la cháchara que defecaban por sus bocas. Dylan ofreció un concierto espectacular en un lugar lamentable y con una gran parte del público de comportamiento deplorable -hasta pude asistir a una pelea entre dos hombres entrados en años lanzándose la cerveza a la cara por el simple hecho de que uno no quería sentarse, una pelea en un concierto de Dylan… ver para creer.
A Dylan se le debe un respeto por el simple hecho de todo lo que ha aportado a la música y para que el ser humano deje de regocijarse en su propia mierda, anoche demostró otra vez que los que no saben leer su mensaje, o que su miopía cerebral les impide ser capaces de emocionarse, sólo saben fastidiar gratuitamente y hacen de la mofa es su estandarte. Dylan es el bardo que no quiso ser Dios, que los más fanáticos quisieron llevar a sus alturas, y por ello lleva años siendo posiblemente el músico más integro que hay consigo mismo y que no se baja los pantalones ante nada ni nadie.
El gesto de la noche vino de la mano de Dylan que, una vez agradecido al público por su presencia con sus gestos de vaqueros en pleno duelo y aprovechando la oscuridad que se hizo en el escenario, dio vuelta atrás para recoger unos cuantos claveles que alguien le había lanzado a un lado del escenario. Otra vez, Bob Dylan demostró que no necesita exponer su sensibilidad como un reclamo. Gracias Mr Robert Zimmerman por seguir surcando el mundo, acercándote a ciudades que otros ni siquiera saben que existen.
Setlist
Things Have Changed
She Belongs to Me
Beyond Here Lies Nothin’
Workingman’s Blues #2
Duquesne Whistle
Waiting for You
Pay in Blood
I’m a Fool to Want You
Tangled Up in Blue
High Water (For Charley Patton)
Simple Twist of Fate
Early Roman Kings
Forgetful Heart
Spirit on the Water
Scarlet Town
Soon After Midnight
Long and Wasted Years
Autumn Leaves
——
Blowin’ in the Wind
Love Sick
Vaya, veo que en Zaragoza el público y el recinto estuvieron mucho más acertados. Una pena lo que dices del comportamiento del personal. Quizás el prohibitivo precio de las entradas de Zaragoza hizo que la gente se lo pensara dos veces y sólo fueran los que realmente se toman la música en serio. Lo de la pelea es ya para echarse a llorar. Al menos disfrutaste una vez más de Dylan.
Si amnigo Cifer, aqui creo que muchos fueron invitados sin saber lo que venian a ver…Comentarios como a ver si toca una de los Chichos o similar te puede dar un guiño del nivel.
Ya sabes lo que dicen, no está hecha la miel para el asno, o algo así .
Enhorabuena por tan genial crónica sobre el concierto, no podría estar más de acuerdo. El concierto en sí fue fantástico, lo disfruté muchísimo. He visto a Dylan en seis ocasiones y, para mí, esta fue de las mejores, como dices, con un Dylan más cercano y expresivo, en el centro del escenario, algo que se agradece mucho. También tuve que aguantar algunos comentarios tontos a mi alrededor, pero sobre todo los escritos en redes sociales, que me parecen lamentables… Como curiosidad, me ha hecho gran ilusión que comentes al final del artículo cómo Dylan se agachó en la oscuridad para recoger los claveles, sobre todo, porque fui yo quien los lanzó y, coincido contigo: el hecho de que los recogiera de forma discreta le dio más valor al gesto. Con permiso, comparto un enlace al «Independiente de Granada» en el que se narra mi historia con Dylan, que han tenido la amabilidad de publicar, y que creo destaca la parte más humana de Dylan, esa que tanto se empeñan algunos en borrar. Un abrazo: http://www.elindependientedegranada.es/cultura/bob-dylan-solo-le-gustan-claveles-rojos-julia
Encantado que me deje un comentario Julia de los Claveles!Ahora mismo leo tu enlace.Te recuerdo que escribo a menudo sobre Dylan en nuestra revista, desgranando disco a disco.