Este pasado fin de semana, los decibelios procedentes de los motores de las motocicletas conquistaban la provincia de Cádiz, en una continua batalla de frenadas, ruedas quemadas y pistonazos, lo que se ha convertido en banda sonora de nuestras calles durante estos días como prologo al Campeonato de motos, que hacia su obligatoria parada anual en el Circuito de Jerez. Llegado el domingo, mientras muchos moteros comenzaban a rodar de vuelta a casa, tocaba cambiar la tormenta de vatios de tubo de escape, por la que salía de los Marshalls de los británicos The Brew. El concierto estaba programado para las 20 horas, pero el propio promotor nos confirmaba que se retrasaría hasta las 20:45. Finalmente, no seria hasta las nueve y cuarto cuando, con la sala a mitad de capacidad, sonaba «Repeat», y la fiesta daba inicio.
Como un huracán, Jason Barwick y su Gibson se convirtieron rápidamente en el centro de todas las miradas. Con una sobredosis de energía y la clase y calidad que atesora como guitarrista, pronto puso la sala a sus pies. Pero es que la banda es enorme: Kurtis Smith nos dejó a todos impresionados con su trabajo a la batería, junto a Tim Smith y su bajo, que aporta el grado necesario de experiencia. Muy buen sonido, y aquello iba cada vez a más. Ante el éxtasis general, iban sonando canciones como «Skip», «Mute», «Pause» o «Fast forward». Jason pedía disculpas por no hablar nada de castellano, mientras Tim mostraba el conocimiento necesario del idioma para pedir un gin tonic, moción secundada por el guitarrista.
Podías cerrar los ojos e imaginar cualquiera de las grandes bandas que elevaron al rock británico, mientras The Brew nos volaban las cabezas a los allí presentes. Sonaron «Shuffle», «Kam», un intenso «Every gig has a neighbour» y «Six Dead», que daba paso a un impresionante solo de batería de Kurt, que terminó tocando con sus manos tras lanzar las baquetas, a lo Bonham.
Despedida y vuelta para los bises, que hacían arder la Supersonic con los primeros acordes, anunciando un impecable «Break con through», al que siguieron, para delirio del personal, «Baby, please don’t go», «Dazed and confused» y «Whole lotta love», para terminar con su «A million dead stars», que ponía fin, a una noche inolvidable de rock.
Sin duda, estos tipos merecen ser grandes, muy grandes, pero… Ya sabemos como está el negocio.
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