Y la quinta temporada de The Walking Dead terminó, y con ello, el hámster ha encontrado el momento de tomarse un descanso de dar vueltas sin parar en su jaula, y ahora va a sentarse a esperar que llegue la sexta para, a no ser que desde las altas esferas decidan dar un golpe en la mesa sacar a la serie de ese triste e irregular deambular en el que ha acabado convirtiéndose, y que, sólo en contadas ocasiones a lo largo de las últimas temporadas ha conseguido mantener un pulso lo suficientemente contundente para mantener una trazado uniforme y no una constante sensación de ir montando en una vagoneta en una montaña rusa con constantes subidas y bajadas de tensión, volver a reanudar su cansino ir y venir.
Y esta quinta temporada, de la que ya en su momento analizamos alguno smomentos, tras un No Sanctuary que rozó la excelencia, ha vuelto a transitar por una senda tan cansina como ese triste transitar de ese roedor que dedica su tiempo a dar vueltas y vueltas, y si bien de vez en cuando se nos obsequiaba con maravillas como «Consumed», la tónica general, y más, mucho más, cuando el grupo decide traspasar las murallas y aceptar la dulce hospitalidad de Alexandria, poco menos que cae en picado, y es que es justo ahí, que sabes lo que va a venir a continuación y delante tuyo vuelve a aparecer una vez más la majestuosa presencia de El Gobernador, el único, de todos los que han transitado desde el inicio de la serie capaz de estar al nivel de Rick.
Una quinta temporada en la que, tras dejar las sensaciones vividas en el Hospital, y una vez, todos los componentes del grupo ya tienen claro que no hay solución posible y su única y verdadera misión es deambular con el único objetivo de intentar sobrevivir al desastre general, el camino les lleva directamente a los muros de Alexandria, cuando una parte del mismo queda totalmente desactivada para convertirse en meros espectadores, y sea el momento de que algunos fantasmas del pasado, ahora que la mente puede tomarse un descanso, afloren para tormentar decisiones tomadas con anterioridad, mientras que la parte fuerte del grupo simplemente se prepare para lo que tarde o temprano va a llegar, y es que, para lo bueno y para lo malo, hace ya algún tiempo que todo es demasiado previsible en The Walking Dead.
Previsible también que otro acto de Gabriel nos sirva en bandeja el final del juego de tronos de Alexandria, mientras, también previsible del todo, a unos kilómetros de distancia, en el mismo sitio en el que antes Daryl y su acompañante nos hayan obsequiado una de esas grandes escenas corales tan made in WD, a modo de avance de lo que nos va a deparar la sexta temporada, ya tenemos puestos en escena a quienes se van a tener que enfrentar el grupo en el inicio de la sexta temporada, y digo inicio, porque teniendo en cuenta con quien se las han tenido que ver en ocasiones anteriores, estos pobres desgraciados no van a dar para mucho, y de eso ya se ha encargado el bueno de Morgan, sin duda un personaje que ha vuelto para quedarse, al que no le duraron mucho estos Wolves.
Sí, la quinta temporada terminó y en nada volveremos a tener a Rick & cia por aquí. Sí, sabemos que seguirá siendo un deambular errático, pero seguiremos semana tras semana tragándonos nuestra dosis de WD, y es que algo tendrá esta serie para mantenernos delante de la pantalla.
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