Desde que a principios de los noventa el Stoner adquiriese forma de la mano de Kyuss, Fu Manchu o Monster Magnet, entre otros, este género ha experimentado un crecimiento más que notable, concretándose en una serie de grupos que, a tenor de la crisis de idea que parece asolar a las bandas actuales de Heavy, Thrash o Power Metal, han aprovechado esa especie de vacío, para situarse en la égida del Metal a nivel general.
La grandeza de Mastodon a día de hoy es innegociable, pese a los gustos de cada uno; el potencial exhibido por Baroness o Red Fang, dos formaciones que, año tras año, cotizan al alza en el mercado de los festivales, tampoco se puede cuestionar mucho. Pero si hay una banda que ha experimentado una crecida espectacular en los últimos tiempos, ésta ha sido Clutch sin lugar a dudas. Sus primeros trabajos, imbuidos por el signo de los tiempos y el poderoso influjo de Black Sabbath, respondían a esa necesidad de querer reflejar el ambiente de álbumes como Sabbath Bloody Sabbath o Master Of Reality más el de los deliciosos viajes astrales de ácido y plenitud espiritual de la psicodelia sesentera; sin embargo, circunscribir a los de Maryland dentro de esa etiqueta sería demasiado simplista. Al igual que los citados Mastodon, han entendido que la evolución, elemento consustancial al progreso, es un activo indispensable para sobrevivir en un mercado tan competido y amplio como el del Metal.
Después de ese más que eficiente Strange Cousins From The West del año 2009, con el que dieron muestra de cómo la madurez proporciona, en cierto modo, los mejores momentos de la vida en casi todos los sentidos, la formación dirigida por el carismático Neil Fallon ha vuelto a dar un paso de gigante con la publicación, en 2013, de Earth Rocker: un trabajo que, al igual que el anterior, asienta la fórmula musical de los norteamericanos desde el comienzo del siglo XXI. Composiciones como la que da nombre al álbum, ‘Mr.Freedom’ o ‘Crucial Velocity’, a través de la aleación de elementos sincréticos como el Blues, el Punk Rock, el Hard Rock o el propio Stoner, refuerzan la imagen de independencia que, con el paso del tiempo y a pulso, se han ganado dentro del panorama.
El rock de los sesenta, los viajes lisérgicos, los elementos del Space Rock -el vocalista siempre admiró a formaciones como Spacemen 3, Hawkwind– se encuentran presentes en cortes como ‘Gone Cold’: menos frenética, mucho más reposada y donde podemos escuchar cómo el grupo es capaz de recrearse en atmósferas más lentas sin imbricar su música en la fórmula ‘sota, caballo y rey’. ‘Oh, Isabella’ o ‘Book, Saddle, and Go’ dejan claro hasta qué punto, Fallon y sus mesnadas, especialmente el muro sónico formado por las guitarra de Tim Sult y el bajo de Dan Maines, han sabido incorporar elementos del Hard Rock de los setenta, el Country Rock de la Creedence Clearwater Revival o, incluso, elementos de la música de raíces de Norteamérica. Nadie, a día de hoy, puede negar el paulatino peso específico de esta banda, concretándose, entre otras cosas, como su ascenso en los festivales, donde están abandonando esa ignominiosa franja horaria del mediodía para, poco a poco, habitar la de la tarde. Y eso supone tres cosas: uno, que sus conciertos son una exhibición de poderío y energía, dos, que Fallon ha conseguido convertirse en uno de los mejores frontman de la actualidad y, sobre todo, que la música de la banda huele, cada día más, a clásico contemporáneo como la de los citados Mastodon o Electric Wizard.
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