Sabíamos con quién tratábamos; ya nos habían dejado con la boca abierta al aire libre, sí. Pero sabemos que hay música que nace para sonar en salas, en la oscuridad, intimidad y calor de cuatro paredes. Lo pantanoso del blues, soul y rock de los Delta Saints, lo es.

Se les quedó pequeño el escenario, pero se las apañaron para no chocar cabezas cuando doblaban por la mitad sus columnas vertebrales a cada golpe de batería. Estarán acostumbrados, pero también están capacitados para llenar con carisma un escenario más del doble de grande. Ninguno de los cinco se escapa: el batería que no toca, sino que vive su parte, el cantante con poca voz de cuerdas engrasadas con carisma, el bajista con rastas de metro y medio, el guitarrista con alpargatas hippies y timidez de la que gusta o ese teclista con pintas de Roger Glover en los 70. Además, se mueven con soltura y gracia, reptando entre melodías espesas y ritmos de lo más enrevesado y dando de sí sus vértebras a cada subidón.

El sonido cumplió; bastante nítido, pero desigual según la posición del oyente. Con ello, cada línea se entendía muy bien, destacando por encima de todo, a pesar de los espectaculares esfuerzos de guitarra y teclado, una base rítmica apabullante. David Supica y Ben Azzi son los verdaderos amos de la banda, conductores del cenagoso chorro musical que la banda dirige en todas direcciones. Con precisión de jazz e intensidad metalera, suenan a caja de bombas, a película de acción, lo suficientemente controlados para que el resto navegue con soltura por encima.

Durante una hora y cuarenta y cinco minutos desgranaron gran parte de su recién estrenado Live at Exit / In, luciendo además algunas canciones nuevas, para mi gusto, muy superiores al resto. «Cigarrete», «Chicago / Boogie», «3000 Miles», «The Devil’s Creek» o «Drink It Slow» cobraron una vida mucho más placentera que la que el álbum retrata. No tiene nada que ver, ni en intensidad ni en extensión, la forma en la que desarrollan los temas con lo que suena en el disco, y en ese sentido, éste se queda muy corto. Anoche alargaron algunos temas por encima de los diez minutos a base de improvisar con sentimiento y precisión, y eso es imposible de encerrar en un redondo.

Siendo un concierto de lo más completo, que resultó excelente a lo largo de todo su recorrido, hubo momentos que eclipsaron al resto: la descomunal versión de Gnarles Barkley «Crazy», a millas de la original, en la que dilatan el tempo como lo haría un Sergio Leone metido a roquero, explotando cada segundo con unos solos de puro feeling, sus himno «Death Letter Jubilee» y «Momma», que por supuesto, cantaron hasta los camareros, y la emotiva «Paradise» interpretada a capela, no sin que costara horrores que el público callase con unos miles de «shhhh». Mereció la pena.

Tras el bis esperado, el extasiado público bramó por otro tema más. El grupo, emocionado y sonriente, volvió al escenario para interpretar «Bird Called Angola» y recordar a los presentes que firmarían lo que fuese desde el tenderete de merchandising. Todo ello por unos 16€. Un merecido y muy bien compensado sold out. Pocas bandas hay tan en forma y tan accesibles hoy día. Pocos dejan tan con la boca abierta -The Mugs, o los Temperance Movement, quizá-. Que nadie se los pierda, pues no parece que les disguste España. Volverán.

by: Edgar

by: Edgar

A la música le dedico la mayor parte de mi tiempo pero, aunque el rock me apasiona desde que recuerdo, no vivo sin cine ni series de televisión. Soy ingeniero informático y, cuando tengo un hueco, escribo sobre mis vicios. Tres nombres: Pink Floyd, Led Zeppelin y Bruce Springsteen.

1 Comentario

  1. Nit

    Los pocos afortunados que gozamos de The Delta Saints en Madrid nos quedamos atónitos con muchos temas. Son insuperables. Buenísimos.
    La sala se queda muy pequeña, pero estos supermúsicos no tienen problema en tocar donde sea, porque realmente tocan para ellos. Disfrutan más que el propio público, y eso funciona.

    En el ambiente había cultura musical. Se notó en la edad de los que estábamos viéndoles. Creo que la media rondaba los 40, o más. Gente que ha pasado por el Punk, Heavy, Blues, y muchos otros estilos de música, y que tenemos centenares de conciertos de grupos de todo tipo detrás a nuestras espaldas, que hemos visto mucho y podemos comparar estamos listos para afirmar sin discusión que la música vive en The Delta Saints.

    Gracias a todo el grupo por avivar la llama. MÚSICA con letras mayúsculas. Gracias.

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