Y hemos llegado a la novena dejando atrás el octavo episodio, donde en un uno de los típicos finales made in 24, nada acabó siendo lo que en un principio parecía. Y ha sido a lo largo de estos últimos sesenta minutos donde hemos llegado al momento cumbre de esta temporada, pero que a la vez implica que difícil, muy difícil, lo tienen los guionistas a partir de ahora para mantener el nivel alcanzado.
Los primeros veinticinco minutos de esta novena hora solo se pueden catalogar de antológicos llegando su cenit en el momento en que tras el asalto de la guarida, todo termina cuando Jack, fiel a lo que siempre ha sido y a su manera de entender este negocio, no duda ni un momento que el vacío tras la ventana es el mejor sitio para su enemigo.
Veinticinco minutos que nos han devuelto lo mejor de «24» y que han servido para dar por concluida la trama principal de este nuevo día, pero, tal como es norma de la casa, una vez la que parece ser la trama principal concluye, ante nosotros siempre ha aparecido una derivada encargada de hacernos olvidar rápidamente lo acontecido para entrar en un nuevo planteamiento de carácter superior, pero eso era cuando veinticuatro eran los capítulos asignados a cada temporada, pero aquí nos topamos en que la derivada, sin duda, ya que solo quedan tres capítulos para llegar al final del día, nos conduce a un escenario menor, y la verdad es que, por mucho que el plano final haya sido esa secuencia entre Chloe y Adrian, parece que poco juego puede dar el bueno de Navarro, aunque todavía por ahí tenemos a la espera la carta rusa, la que, tal como ya sucediese con los chinos, todo parece indicar, veremos si acaba siendo así, que el futuro, hasta que un nuevo día amanezca, que le espera a Bauer no es otro que el de las frías latitudes del norte.
Veremos de que son capaces de depararnos las tres horas siguientes, pero, lo que está claro, es que a lo largo de esta novena hora hemos asistido al momento cumbre de esta nueva temporada.
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