1. Small Jackets – IV: por su sonido, variedad y consistencia. Me ablandó el cerebro con una sola escucha. Con las sucesivas creció. Ahora me obligo a declararme adicto al sonido de estos italianos. Este es mi disco del año, muy reñido con el segundo, que de haberse cruzado antes en mi camino, es posible que se hubiese llevado el galardón. Entre estos dos, ha ganado el azar, porque en calidad compiten como ninguno. Este año pocos han rockeado con tanta actitud y clase como los chaquetillas. Ninguno con tanto gancho. Leer crítica.
2. The Temperance Movement – The Temperance Movement: lo de estos ingleses es rock clásico de toques sureños; Rock con mucha clase. También variado, pero sólo en su contexto. El vocalista pertenece a un gremio que ya no existe, el de los front-man de los 70’s, un huracán que chilla con clase. En directo son, definitivamente, lo mejor que he podido ver en este 2013 sobre un escenario. Una auténtica burrada de grupo. Imprescindibles. Leer crítica.
3. Uzzhuaia – Santos y Diablos: no puedo estar más orgulloso de haber aportado un grano de arena para la producción de este álbum. El resultado es el mejor disco de la historia de la banda, en el que han abierto horizontes desérticos y sabbathicos, explotando de paso tierras ya fértiles una vez más. La colección de temas mejora a cada escucha, como supuse en un principio, y el repertorio resulta tan compacto, potente y pegadizo que a uno se le hace la boca agua con sólo escuchar un par de riffes. Leer crítica.
4. Imperial State Electric – Reptile Brain Music: uno que se ha colado a última hora. Deseché a esta banda tras escuchar su primer álbum, que poco me dijo. No escuché el segundo, y por insistencia popular, le di una oportunidad a este tercero. Qué sorpresa, santo cielo: power pop, hard rock kissero y una esencia punk a lo Hellacopters muy bien modelada. Completo, adictivo, sin rodeos y divertidísimo.
5. Iron Bridge Band – Road Not Taken: la elegancia de los Boston cuando eran buenos, la melodía del AOR ochentero y guitarras clásicas, muy clásicas. Poco ha resonado este disco entre la blogsfera, y mal me parece, porque es una auténtica delicia entre los setenta y los ochenta, con baladas de extrema calidad y arreglos preciosistas. Un sonido espectacular hace el resto, suficiente para que los melódicos no nos sintamos huérfanos en un año bastante flojo.
6. Queensryche – Queensryche: un regreso de verdad, nada de publicitarios saca-cuartos. La separación de Tate les ha sentado tan bien que Queensryche han levantado cabeza tras más de una década (¿2?) sobreviviendo a base de discos que poco tenían que ver con sus grandes obras. ¿Cómo? Con otra gran obra, con un disco lleno de metal progresivo directo, compuesto sin elucubrar, lleno de canciones que se (re)descubren con muchas escuchas. Y heavy. Además, heavy. Leer crítica.
7. Israel Nash Gripka – Rain Plans: este cantautor, discípulo en potencia de Neil Young, lanzó este año un disco de lo más americanamente psicodélico que me alegró incontables viajes en tren. Bebe demasiado de la música del canadiense, pero su propuesta es tan bella y delicada que me resulta irresistible. Su folk con guitarras eléctricas, sus historias y sus melodías de porche rural aderezadas con psicodelia son una real delicia.
8. Spiritual Beggars – Earth Blues: riffes, riffes y más riffes. Riffes forjados sobre el fuego de una caverna. Uno de los mejores discos de stoner del año, con cierto punto comercial en los estribillos y dejes blueseros y psicodélicos muy interesantes que facilitan el acceso a la propuesta. El Hammond no desentona, sino que lo dota de muchísima personalidad. Un hard rock desértico que me ha mantenido enganchado durante meses.
9. Motorhead – Aftershock: otra reafirmación del mito viviente, y van… Un puñetero discazo lleno de rabia, Jack Daniells y suciedad bien-oliente, porque a pesar de la tralla y el macarreo, el disco suena nítido como muchos envidiarían. Es más Motörhead, y así lo queremos por muchos años. Si Lemmy cambiase a estas alturas significaría que algo va muy mal. Le pasamos que deje de fumar y beber si sigue lanzando discos como este. Leer crítica.
10. Vodevil Vargas – Betis, 41: el amigo Ricardo Moreno apostó fuerte por un proyecto propio que ha conseguido sacar adelante con un enorme éxito de crítica y público. Su EP “Betis, 41” es un enjambre de bandas sonoras, rock progresivo y flamenco que nunca había escuchado antes. Sólo por el factor “originalidad” se merece las felicitaciones, pero es al escuchar el EP una y otra vez cuando se percibe su grandeza: está lleno, llenísimo de detalles, referencias populares y muchísima elegancia. De los que no aparecen todos los días. Leer crítica.
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«Este año el cuerpo me ha pedido más material clásico, más autenticidad y más completitud. A cada álbum que que escucho soporto menos el relleno, y dada la extensión de la oferta y su fácil acceso hoy día, me dejo guiar por el instinto y, a veces, por las recomendaciones incisivas.»
Excelente selección Edgar!
Ese comentario denota que te estás haciendo mayor a pasos agigantados. Y no precisamente de edad.
A seguir trabajando por el rock!!