Bien poco sé yo de folk rock, menos de canción de autor. Disfruto con Dylan, y en casa siempre sonaron Serrat, Ibañez y Serrano, claro, pero base crítica, ninguna. Igualmente he disfrutado con este “Orbit One”, del que no voy a emitir un juicio numérico. Sin embargo, y si hay algo que convierte al arte en imperecedero, son los puntos de vista. No voy a ofrecer otra cosa.
¿Quien no tiene historias que contar?, pero como para todo, hay que tener lo necesario para hacerlo bien. Al igual que Dylan condensa vidas en pocos versos, Paul Zinnard hace lo propio con sus recuerdos, a su modo suave y melancólico. Decepciones, arrepentimientos, claudicaciones y redenciones. Lenguaje sencillo, entre acordes de suavísima distorsión, piano y base rítmica acolchada. No es música de hoy en día, de rápido consumo. Tampoco son composiciones experimentales, y sin embargo, requiere de ser masticado y saboreado, antes de abrirle el paso al esófago.
Es un pequeño disco, donde el autor ha incluído once canciones, más dos de ellas versionadas en acústico y eléctrico, según correspondía. Se abre la obra con tres cortes de similar regusto, “A Good Thing That You Know”, “Man For You” y “Just The Way I Am”, melodías suaves con algo de folk, del estilo ya descrito. E inmediatamente, nos sorprende con instrumentos de cuerda, en acústico, y susurrando en “Listen Everybody”, de la que se incluye su versión eléctrica, mucho más Dylan y menos intimista, inferior a para mi gusto. Y como todo disco de autor, hay variedad estilística sin complejos. Un rock n’ roll como es “Happiness” es bienvenido, y si le sigue una preciosidad acústica como es “Beyond The Moon”, poco hay de qué quejarse.
Siendo variado en su contexto intimista y totalmente personal, con raíces americanas por allí (“My Shoes” o “John Wayne”, por ejemplo) y ritmos entre el pop y el rock de Jersey de “Away From Home” por allá, su requerida escucha relajada y atenta, se hace fácil de llevar. El disco no pesa, exceptuando esos momentos “repetidos”, con la mencionada “Listen Everybody” y “A Good Thing That You Know”, que se incluye en acústico. Así, el cierre con lo más sencillo y emotivo de todo el disco, “When Things Go Wrong”, deja al oyente con un sentimiento extraño. Una familiar sensación pesarosa que te impulsa a mirar atrás, a revisar los años que llevas a la espalda y todo lo que hiciste bien (y mal). Y es que, si algo tiene el arte, cuando es bueno, es que despierta sentimientos. No tendré ni idea del género, pero he disfrutado mucho con este disco, a buen volumen, tumbado en la cama. Y para colmo, me ha hecho sentir.
Edgar Carrasquilla @Edgar_Corleone para Rockthebestmusic
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