No tengo ni idea de qué le ven al cine de Martin McDonagh. No les vi la gracia ni a Escondidos en Brujas ni a Siete psicópatas. Es un tipo de humor con el que no conecto, no me hace gracia su humor negro influido sin duda por Tarantino. Igual el problema es que nos las vendieron como comedias cuando no lo eran. Intento verlas desde otra perspectiva y me siguen pareciendo una pérdida de tiempo. McDonagh tiene ideas originales pero no logra llevarlas a buen puerto. Sí lo logró con 3 anuncios en las afueras, su mejor película sin duda ninguna. Con Almas en pena de Inisherin está cerca de lograr un film notable aunque finalmente se hunde sin remedio. Yo me vi fuera de la trama debido a algún comportamiento de los personajes totalmente incomprensible.
Me explico. Los bellos paisajes de Irlanda siempre son un punto a favor, también esa ambientación bucólica y ese medio rural resulta muy atractivo en pantalla. De Almas en pena de Inisherin destacan su excelente ambientación y su preciosa fotografía. McDonagh crea un lugar creíble lleno de secundarios jugosos, un pueblo al que te gustaría ir a pasar unas vacaciones a no hacer nada pero en el que quizás te aburrirías mortalmente si vivieras allí. El aburrimiento o, mejor dicho, el hastío existencial del personaje de Brendan Gleeson le hace tener nuevas aspiraciones y desarrollar aptitudes artísticas. Su amigo de cervezas ya no está a su altura (le resulta demasiado simple) y decide unilateralmente que su etílica relación se ha terminado. La lógica reacción de estupor del personaje de Colin Farrell (en la mejor interpretación de su carrera) es el motor del film. Almas en pena de Inisherin se ve con agrado durante casi todo el metraje. No es la alta comedia que quieren vendernos aunque mantiene un tono distendido gracias a unos diálogos bastante ingeniosos y unos secundarios muy bien construidos. Así tendríamos un film más que interesante, sin embargo, en el último cuatro del film el personaje de Brendan Gleeson toma unas drásticas medidas que, simplemente, no me acabo de creer ni con toda la Guinness del mundo en el cuerpo. Unas decisiones tan absurdas y poco verosímiles que hacen que todo lo anterior se vaya al traste. Por muy bien dibujados que estén los secundarios, todo se va al cuerno si el arco principal del film carece de credibilidad. A partir de ahí, todo se desmadra y deja de resultar creíble. Algo que ya ocurrió con el final de la celebrada por algunos y denostada por mí Escondidos en Brujas.
Creo entender la metáfora que quiere establecer McDonagh entre los dos ex amigos y la guerra civil que asolaba Irlanda en 1923, pero eso no explica esa recta final totalmente ilógica. Quizás Martin McDonagh pretendía mostrarnos la sinrazón del ser humano. ¿Hay algo más absurdo que una guerra civil entre irlandeses tras una guerra de independencia contra los ingleses? Obviamente esa división entre irlandeses abrió heridas que un siglo después no están del todo cerradas. Entiendo que el personaje de la hermana (Kerry Condon) es un intento de mostrar las víctimas inocentes de todo conflicto que deben exiliarse y que esa anciana de aspecto espectral es propia de una tragedia griega, aunque opino que todo esto se puede plasmar de manera más satisfactoria.
Opino que McDonagh ha creado una elaborada metáfora que no le ha terminado de funcionar.
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