Blue weekend, el tercer disco de Wolf Alice venía precedido por una gran expectación debido al éxito entre crítica y público de sus dos primeros trabajos: My love is cool (2015) y Visions of a life (2017) que incluso ganó el Mercury Prize. Cierto que eran trabajos no exentos de interés pero en su propuesta se notaba una lógica inseguridad y cierta falta de personalidad propia de los grupos jóvenes. Por suerte, casi todo lo que podíamos echarles en cara en sus primeros trabajos se ha pulido en este Blue weekend. Los de Londres suenan más seguros que nunca, sus influencias dejan paso a una personalidad propia y el grupo ha crecido notablemente. Han salido de la manida zona de confort para explorar nuevos territorios sonoros con resultados más que satisfactorios. Incluso la voz de Ellie Rowsell ha ganado en matices y versatilidad, pasando del susurro al grito sin despeinarse. Es de suponer que buena parte de la mejora se la debemos de atribuir al productor Markus Dravs, un tipo que ha trabajado con Coldplay, Björk, Arcade Fire o Florence + The Machine. Además, en la grabación colaboraron otros músicos que han contribuido a ampliar la paleta de sonidos de Wolf Alice.
En lo que respecta a las canciones, Wolf Alice siguen alternando el dream pop heredero directo de Cocteau Twins (los gorgoritos de Elizabeth Fraser me vienen a los oídos en más de una canción) con ramalazos rockeros (Smile) o incluso punkarras (Play the greatest hits). Pero siempre cuidando mucho las armonías vocales y las melodías. Esa montaña rusa emocional y estilística tiene un objetivo claro: emocionar al oyente. Todo ello hace que el conjunto resulte mucho más convincente. Cierto que el arranque con Beach me dejó algo frío a pesar de su pretendida emotividad. Por suerte, pronto vienen gemas pop como Delicious things, Lipstick on the glass, How can I make it OK? o Feeling myself. Estas 4 canciones me parecen lo mejor del LP. Sin embargo, otras composiciones aparentemente menores como Safe from heartbreack o No hard feelings acaban por meterse en tu cabeza y no puedes dejar de tararearlas. Considero que The last man on earth es el tema más ambicioso de todo el conjunto y uno de los más conseguidos respecto a esos bellos crescendos emocionales a los que tan aficionados son Wolf Alice. El final con Beach II nos devuelve al inicio con un tema que, ahora sí, nos atrapa por su intensidad.
Lo dicho, Blue weekend es el disco que Wolf Alice realmente necesitaban para convertirse en los cabezas de cartel de cualquier festival veraniego (cuando tal cosa sea posible). Nos vemos en las primeras filas.
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