pasea por el mundo levantando sospechas. Su hablar es fresco
y su risa, acompasada. Dueña de su voz, traviesa y segura de sí misma,
pronuncia en alto sus virtudes sin nombrarlas.
el que nos es dado para dar. O tal vez aflore de la sala de máquinas
que bombea amor reciclado de los restos grises del vivir,
sin que nadie detenga los relojes.
sea la diferencia entre pescar, y hacer el imbécil con una caña junto al río.
Esa finísima línea (roja) que el poeta describiría con total exactitud.
De ahí vinieron viniendo los poetas malheridos aullando mujer, gimiendo
hermosura, Eternidad que no se ve: especialmente eso, muchachos,
que no se ve.
besarla en el hocico, durarla, perdurarla en su enigma,
airearla, mancharla por lo hondo hasta serla, al galope tendido del tedio?
y que contagie su alegría al personal, que de repente
se ha vuelto como un girasol.
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