Llevo de un tiempo a esta parte sufriendo un constante e incluso para algunos ridículos sentimiento de rechazo a la inmediatez. He vuelto a aquello de meter discos en mi reproductor y pasar días sin sacarlos de él, escuchándolo una y otra vez, como hacía en esos días en los que la facilidad para conseguir música nueva pasaba bien por ahorrar lo suficiente para arrasar con el catálogo de turno o la tienda de discos de la ciudad o bien porque alguno de tus colegas se había adelantado y ya estabas tú en su casa, cargamento de cintas vírgenes en mano. También viví esos momentos de canibalismo en los que llegué a tener tantos discos en un disco duro que comprendí que no tendría vida suficiente para escucharlos todos con la atención que merecen, más aún cuando al final terminaba siempre como cabra que tira al monte, rebuscando entre mis torres de cds o vinilos. Todo esto me ha llevado a volver a disfrutar mucho de la música, como esa gasolina necesaria que me impulsa cada día. No me importa no conocer aquel o este lanzamiento. No lo necesito. Bastante tengo con lo que me rodea y siempre hay algo nuevo que interiorizar.
Me enfrento a lo nuevo de Gwyn Ashton. Uno de esos guitarristas de gusto palpable, reconocible. Compañero de correrías musicales de gente como Robert Plant o Gerry McAvoy. Este galés emigrado de niño a Australia vuelve con una nueva correría titulada «Sonic Preacher Blues» para la que ha unido armas a John Freeman, que fuese compañero de Bon Scott en Fraternity hace ya demasiadas lunas. Lo de Ashton sigue siendo lo que mejor se le da, blues rock guitarrero, con suficiente potencia como para bordear a veces el hard rock clásico y siempre esa impronta rockera en su sonido. «She’s what I like» es buena muestra de ello. Ese riff repetitivo que se te cuela pronto y un estribillo contundente junto a la clase de unos músicos curtidos en mil y una batallas. «Candy store» se muestra chulo, contundente, susurrante gracias a la melodía de voz y esa guitarra. «Fool in your life» es puro blues rock de aspecto texano, con sabor a garito de carretera. «Soul for sale» cambia totalmente el registro con esa forma de cantar casi recitada y ese tono bajo.
«The old fool» se lanza atrás en el tiempo y la memoria para alimentarse del sonido del blues del Delta. «Take yourself away» recupera el tono rockero, incluso me atrevería a decir que cierto modo garage, de la década de los sesenta. El blues rock vuelve en esencia con «If I don’t feel it», una de esas canciones para subir el volumen al máximo, brindar y dejarse llevar. En la misma tesitura nos encontramos con «She’s lost her power». Cierra el disco la campestre «Waiting game». Muy buen disco de Gwyn Ashton, y van ya…
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